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Expectativas en los equipos

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Las personas estamos sometidas continuamente a opiniones, expectativas y creencias propias o que tienen sobre nosotras quienes nos rodean. Y en muchas ocasiones pueden llegar a influirnos de distintas formas, por reflejar una imagen que puede ayudarnos o perjudicarnos. De hecho, se han realizado diferentes estudios en el ámbito de la psicología para demostrar la denominada profecía autocumplida (Robert K. Merton) y el efecto Pigmalión (Rosenthal y Jacobson).

Con profecía autocumplida nos referimos a aquellos pensamientos predictivos que las personas tenemos y que se transforman en la causa de que aquello se materialice, es decir generamos una expectativa que termina cumpliéndose. Y, es que cuando pensamos que una persona es o actúa de una manera determinada, nuestro cerebro pone su foco de atención en todas aquellas acciones o comportamientos que nos van a confirmar o validar aquello que hemos pensado. Recordemos que la mente es como una linterna y se enfoca en aquello que inconscientemente buscamos.

El efecto Pigmalión se relaciona con el concepto de profecía autocumplida, ya que supone tener una creencia/expectativa sobre una persona que por el solo hecho de existir facilita comportamientos en nosotros mismos que hacen que esta se cumpla. Las profecías autocumplidas y las expectativas del comportamiento de alguien pueden ser positivas o negativas, y en muchos casos se convierten en etiquetas. ¿Tiene algo que ver todo esto con el liderazgo? ¿Pueden verse alterados nuestros comportamientos o los de nuestro equipo a partir de las creencias que los demás o nosotros mismos tenemos?

El líder debe tener en cuenta estos conceptos para acompañar a su equipo en el crecimiento y desarrollo tanto personal como profesional. ¿Y qué puede hacer?

Prestar atención a los pensamientos y opiniones, propios y del resto de personas, sobre el equipo. En muchas ocasiones los líderes reciben prejuicios y/o juicios que tienen otras personas sobre alguien de su equipo, y deben ser capaces de ser objetivos y mirar de forma benevolente el comportamiento de esa persona en la situación concreta que se le está exponiendo.

Hacer caso de forma incondicional a comentarios recibidos por otros, nos conduce a crearnos una determinada imagen de esa persona de nuestro equipo, que puede llegar a estar sesgada, tanto positivamente como negativamente.

Confiar en nuestro equipo. Está demostrado que cuando alguien confía en nosotros se incrementa nuestra eficacia y eficiencia y hay una parte de nuestro cerebro que se activa consiguiendo mejor rendimiento. Es por tanto un regalo saber que quien lidera una organización confía en su equipo, y que, delante de un suceso determinado, antes de desencadenar una serie de pensamientos juiciosos sobre algunas de las actuaciones de una persona que no entiende o que han comportado resultados no esperados, les va a preguntar para conocer las causas y razones por las que se han realizado de esa manera concreta. Tener en cuenta el lenguaje que utiliza, cómo, cuándo y con quién. Opinar sobre los miembros del equipo y sus actuaciones cuando estos no están delante solo es apropiado cuando se utiliza para resaltar cualidades, en caso contrario el líder pierde autoridad. Ser líder conlleva una responsabilidad importante que debemos asumir y ejercer con dignidad, siendo honestos, coherentes y fieles a ciertos principios y valores que muestren respeto absoluto a las personas que forman el equipo.

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