COLABORACIÓN
Hong-Kong: de crisis política a económica
Profesor de ESADE Business&Law School
Hong-Kong es una economía avanzada con un potente sector servicios, centro financiero y turístico mundial. Pero, desde junio, afronta una compleja crisis política interna que se suma a los efectos negativos de otros problemas internacionales: el enredado conflicto comercial entre EEUU y China, la gradual desaceleración económica de China y de otras economías asiáticas vecinas y la devaluación del yuan chino frente al dólar estadounidense.
El territorio, tras 156 años de colonialismo británico, pasó a ser el 1 de julio de 1997 una “región administrativa especial” bajo soberanía china. Pekín aplicó el principio “un país, dos sistemas” ideado por Deng Xiaoping en 1984 que permitía a Hong-Kong mantener la vigencia del sistema jurídico common law británico durante un periodo de 50 años, que finalizará en 2047. De este modo, siguió disfrutando de un marco económico y legal distinto al chino continental e incluso disponer de una moneda propia, el dólar HK, una divisa plenamente convertible ligada al dólar USA. Es una plaza financiera offshore que disfruta de un régimen fiscal que atrae las inversiones extranjeras, empresas y particulares.
Es miembro por derecho propio de la OMC con un tratamiento económico diferenciado a China. Así, no le afecta, en principio, la subida de aranceles que Trump aplica a los productos chinos. Pero el freno a los intercambios económicos entre EEUU y China perjudica a la excolonia, que juega un privilegiado rol de puente comercial e inversor con el vasto continente chino. Pero el PIB de esta ciudad de 7,5 millones de habitantes, tras crecer un 3,8% en 2018, podría hacerlo solo un 0,5% en 2019. Y si el contexto político sigue incierto, la economía podría entrar en recesión. Sin embargo, cabe confiar en la solidez de la economía hongkonesa. La renta per cápita (48.000 $ USA) es una de las más altas del mundo e incluso superó la del Reino Unido (42.000 $). China se sitúa en 9.600 $. Unas finanzas saneadas con una deuda pública casi nula y unos presupuestos excedentes permiten al Gobierno local tomar las medidas necesarias para estimular la economía.
Pero el problema de fondo es político y está condicionado por la posición actual y futura del Partido Comunista Chino (PCC). El régimen excepcional de libertades públicas que hoy disfruta Hong-Hong tiene fecha de caducidad. Cuando tuvo lugar la retrocesión en 1997, Occidente confiaba que la adopción del principio “un país, dos sistemas” haría posible una gradual apertura del régimen chino al pluralismo político. Ha ocurrido lo contrario. Y la sociedad civil de Hong-Kong, sobre todo los jóvenes, reacciona contra la estrategia de Pekín de ir restringiendo las libertades públicas en el territorio. Y la actuación crítica de los medios de comunicación chinos provocó una caída de las visitas de los turistas continentales chinos. También influyó la devaluación del yuan, que las encareció. Cabe recordar que 51 de los 65 millones de visitantes a Hong-Kong en 2018 procedían de China continental. Y el número de grupos de turísticos chinos descendió bruscamente a partir de junio, perjudicando una economía basada en el sector servicios. También se frenaron los viajes de negocios. En tiempo de incertidumbres, los inversores dudan.
Carrie Lam anunció, el 4 de septiembre, la retirada del proyecto de Ley de Extradición que originó la crisis. Pekín cedió en parte en las vísperas de la celebración, el 1 de octubre, del 70º aniversario de la República Popular China, proclamada en 1949. Pero los manifestantes siguen exigiendo que se garantice un marco democrático de libertades públicas que Xi Jinping nunca concederá. Y llegado a este punto, las cosas pueden ir a peor y no cabe descartar una intervención más directa china en la megalópolis. Hong-Kong jugó un papel clave en el proceso de apertura económica de China iniciada por Deng Xiaping en 1978. Pero, 41 años después, la sombra del gigante chino, férreamente controlado por el PCC, es cada vez más alargada y amenazante. Shanghái será el mayor centro financiero de Asia y Shenzhen, donde tiene su sede Huawei, le ganó a Hong-Kong el liderazgo por las nuevas tecnologías del siglo XXI. Las presiones de Pekín continuarán, incluyendo a las empresas extranjeras que operan en China. El primer aviso lo dio a Cathay Pacific. Pero también llegaron a otras empresas multinacionales para que no contradigan los intereses básicos chinos. Pekín actúa de forma sutil pero eficaz. Inditex con tiendas en China y Hong-Kong ha manifestado su apoyo a la soberanía territorial china, algo que nadie discute. Lo que está en juego son los derechos y libertades públicas. Pero hoy priman los valores económicos sobre los humanos. Lo sabe Xi Jinping que solo debe fijarse en el modus operandi de Donald Trump.