COLABORACIÓN
Goyo Ordóñez, 25 años
Exdiputado del pp por lleida
El 23 de enero de 1995, el telediario de las 3 nos sobrecogía con la trágica noticia del vil asesinato de Goyo Ordóñez en San Sebastián. Han pasado 25 años y el aniversario de la muerte de Goyo cobra un significado especial. La gente siente una especial desafección por una clase política desacreditada que no le resuelve los problemas, que supedita el interés general al partidista y que al final acaba contaminándose de una profunda división que un ejemplar transición había permitido superar.
Por eso, hoy me parece especialmente oportuno hablar de Goyo Ordóñez, al que tuve la suerte de conocer a fondo el año 1987. El Partido Popular acababa de salir de un Congreso en el que eligió como Presidente a Antonio Hernández Mancha, que me designó siendo Diputado por Lleida, Secretario Nacional de Acción Territorial. Mi primer encargo fue proponer un candidato de nuestro partido por San Sebastián para el año 1987, y allí que me fui.
En el primer acto público en San Sebastián con apenas una treintena de militantes en la sede de nuestro partido, y más gente fuera esperando nuestra salida profiriendo toda clase de amenazas e insultos, me sorprendió la intervención de un chico de 24 años plena de sinceridad, claridad y coraje. Después de varios intentos con posibles candidatos a las municipales, frustrados por la presión de sus familiares que no querían quedarse huérfanos o viudas, me dije que probablemente ese muchacho, que no era otro que Goyo Ordóñez, podía ser el candidato.
Me acerqué a él, empecé a conocerle, sintonizamos y nos caímos bien. A sus 24 años era un hombre maduro, vitalista, con personalidad, principios sólidos e ideas claras, y era un valiente, cualidad no menor en los años de plomo del País Vasco, con la gente aterrorizada por esos “valientes gudaris” de ETA que igual disparaban por la espalda que ponían una bomba debajo del coche. Pero Gregorio además de un valiente era esa clase de hombre con tan profundas convicciones que era capaz de convencer a los demás. Todo un líder, y por eso pudo arrastrar los compañeros necesarios para formar una candidatura no exenta de peligros.
Por supuesto que Goyo era un acérrimo defensor de la unidad de España y de la Constitución, pero su sentimiento más arraigado era el de la defensa de las libertades y su vocación de servicio, razones por las que finalmente aceptó la candidatura que le propuso el presidente Hernández Mancha. Los donostiarras detectaron esos valores y en contra de todos los pronósticos salió Concejal, a pesar de ser del PP. Ya en el Ayuntamiento, Goyo pudo demostrar su gran calidad humana a través de esa vocación de servicio que se manifestaba en su entrega total en el día a día para solventar los problemas de la gente sin mirar su color político.
Y por eso los concejales de Goyo se multiplicaron hasta cinco, y hasta una previsible victoria que auguraban los sondeos en enero del 95. La Alcaldía de San Sebastián para el Partido Popular, aunque fuera para Goyo, ¡qué horror! Eso los nacionalistas, eso ETA, no lo podían consentir y por eso ETA lo mató. En contra de los sentimientos y de la libertad de un pueblo, el de San Sebastián, que le quería como Alcalde y que salió a despedir en masa a su Goyo del alma roto por el llanto y por un dolor como pocas veces había visto tan abrumadoramente. Eran las 7 de la tarde, las calles de la ciudad estaban sin luces como las casas, porque la gente estaba en la calle, en esa larga cola que no podía moverse desde el Ayuntamiento hasta la Catedral.
España vive una situación inquietante. Hoy como nunca necesita mantener vivo el recuerdo de políticos como Goyo Ordóñez, para comparar y para reaccionar. Porque no puede ser que el brazo político de los que han asesinado a tantas víctimas inocentes sean los socios de un Gobierno que pacta con los separatistas, con quien no respeta las leyes, y que es presidido por un político que representa el más vivo contraste a la defensa de los principios y valores, en una palabra, a la autenticidad que nos ha legado la trayectoria de políticos como Goyo Ordóñez.
PD: Este artículo va dedicado a la viuda y al hijo de Goyo Ordóñez, a su hermana y resto de su familia, a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, a otros políticos asesinados por ETA, a ciudadanos anónimos y a tantas víctimas inocentes todas de la barbarie terrorista.