LIDERATGE
Neurolíderes
La neurociencia tiene como objeto de estudio nada más ni nada menos que comprender el complejo sistema mediante el cual funciona la mente humana, abordando ese estudio de manera científica.
Está revolucionando la manera de entender nuestras conductas, y lo que es más importante aún, cómo aprende, cómo guarda información nuestro cerebro y cuáles son los procesos biológicos que facilitan el aprendizaje.
Aprender significa retener información en la memoria para utilizarla después. Se sabe que para garantizar un buen anclaje de la información es imprescindible activar el cerebro emocional.
Las emociones encienden y mantienen la curiosidad de entender lo nuevo. Matizan el funcionamiento del cerebro. Los estados de ánimo, los sentimientos y las emociones pueden afectar la capacidad de razonamiento, la toma de decisiones, la memoria, la actitud y la disposición para aprender. Además, las investigaciones han demostrado que el alto nivel de estrés provoca un impacto negativo en el aprendizaje, cambia el cerebro y afecta las habilidades cognitivas, perceptivas, emocionales y sociales.
Cuando nos encontramos deprimidos, es decir, sin emoción, podríamos no percibir adecuadamente lo que sucede a nuestro alrededor, por tanto afecta al aprendizaje y a su consecuente reacción. Al respecto, LeDoux (1998) y Leitch (2001) sostienen que el cerebro emocional puede actuar como un intermediario entre el cerebro que piensa y el mundo exterior. El cerebro aprende a través de patrones: los detecta, los aprende y encuentra un sentido para utilizarlos siempre cuando vea la necesidad. De manera que a un indicio externo ya resuelve por similitud a un patrón almacenado, sin recoger más información. Esta forma de proceder construye prejuicios sobre las actitudes de nuestros equipos. Nos genera emociones, a veces negativas, que condicionan nuestras respuestas, y no siempre son acertadas. Cabe ir actualizando esos patrones conductuales que tenemos almacenados. Además, para procesar información y emitir respuestas, el cerebro utiliza mecanismos conscientes y no conscientes. Los no conscientes son muy efectivos pero también incontrolables.
Timothy Wilson, de la Universidad de Virginia, considera de vital importancia la capacidad que nos otorga el inconsciente. Es una mente rápida, que analiza y toma decisiones instantáneas continuamente. Recoge datos continuamente. No reflexiona, actúa. De hecho, si siempre tuviéramos que reflexionar antes de hacernos una idea de la situación y saber lo que hay que hacer, nos habríamos extinguido hace tiempo. En definitiva, el piloto automático de la mente nos hace ser quienes somos, no la consciencia. El verdadero genio es el que nos resuelve los problemas y nos garantiza la supervivencia, el inconsciente.
El inconsciente actúa en muchos ámbitos. Destacaremos dos: para resolver y para percibir. El segundo es el que hace que nos sintamos afligidos o dolidos por una conducta, hecho o palabra de alguien, de forma súbita. Esta emoción va a condicionar nuestra respuesta. Su capacidad para resolver viene dada por el considerable volumen de datos que puede analizar y parametrizar de forma simultánea. Seguro que muchas veces se han pasado horas intentando resolver algo que cuando dejan de pensar en ello y se van a dormir se despiertan con la solución de forma súbita.
Aprovechemos el conocimiento que hoy en día tenemos al alcance de la mano. La terminología ha cambiado. Ya no bastan los líderes, pues solo los neurolíderes optimizan su mente y pueden desarrollar al máximo su potencial y el de sus equipos. Y ustedes, ¿qué deciden ser?