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La obediencia ciega

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La falta del pensamiento crítico y de innovación en las organizaciones actuales son algunas de las consecuencias de promover la obediencia ciega.

De entre todos los problemas a los que debe enfrentarse el líder de un equipo, la falta de obediencia casi nunca es uno de ellos. Las personas acatamos las normas por defecto y lo que cuesta trabajo es, precisamente, contar con trabajadores que tengan un pensamiento disruptivo.

Es verdad que hay contextos en los que tener un jefe autoritario que exige que se cumplan sus órdenes tiene algunas ventajas. Por ejemplo, si hablamos del personal de urgencias de un hospital o de un equipo de bomberos durante un incendio. En estos casos, lo más adecuado es que sea una persona, el jefe, quien centralice la toma de decisiones y los demás obedezcan sin cuestionar. Se trata de situaciones muy específicas. Por norma general, es mejor estimular el pensamiento crítico a la obediencia ciega. Tendemos a pensar que, al rodearnos de compañeros que piensan igual que nosotros, las cosas van a fluir mejor y el trabajo va a ser más fácil, ágil y eficiente. Pero hay algunos riesgos. Si una persona centraliza siempre la toma de decisiones puede pasar que los demás no se atrevan nunca a tomar la iniciativa. Normalmente, sucede por miedo a ser criticado. También hay personas que prefieren no hacerse responsables de las decisiones para evitar las consecuencias. Sobre todo, si saben que ser crítico no es una conducta deseable en su entorno.

Además, el comportamiento de los líderes influye directamente en la actitud de los empleados respecto a la innovación. A un jefe que tiene seguridad en sí mismo le gusta que le reten. Entiende a un trabajador que cuestiona las cosas, una crítica o alguien que piense diferente a él como un reto o una posibilidad que puede contribuir al desarrollo de proyectos en la compañía.

Durante los últimos años, la psicología ha evidenciado, con experimentos que han demostrado ser preocupantemente robustos, que la mayoría de gente es obediente por defecto. El simple hecho de que alguien ocupe una posición superior parece motivo suficiente para no cuestionar sus indicaciones. Luego pensar de formar disruptiva y cuestionarse el statu quo es un valor al alza, para la diferenciación en la transformación digital e industria 4.0 para vencer a la robótica y aumentar tu tasa de empleabilidad.

Muchos trabajadores simplemente obedecen porque un superior lo dice. Se piensa que no se sienten responsables de sus acciones porque están siguiendo indicaciones de su jefe. La gente suele hacer lo que le piden. La falta de obediencia no es habitual y no supone un problema para el liderazgo.

Pero realmente ¿de dónde nos viene esta obediencia? Es una cuestión de educación. Educamos a los niños y niñas para que obedezcan a los padres y a los profesores por defecto, en parte porque es más cómodo para ellos que no les lleven la contraria. Cuando llevamos 5 o más años cumpliendo con las normas es muy difícil cuestionar el statu quo y aportar algo diferente y original.

Las sociedades durante toda la vida han promovido el que las personas recibamos castigos cuando no estamos de acuerdo y premios cuando obedecemos. Contrarrestar este aprendizaje legitimando las propuestas disruptivas y el pensamiento crítico es fundamental para estimular la innovación de los equipos y hacer avanzar a las organizaciones, formando parte de un futuro, todavía por construir.

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