PERSONAS Y ORGANIZACIONES
Covid-19. El acelerador del cambio
A la pregunta de la periodista Cristina Puig al profesor Sala-i-Martín sobre cuál sería la principal consecuencia económica del nuevo entorno post-Covid-19, la respuesta fue “la aceleración de aquellos procesos que hasta ahora eran incipientes”. Lo que nos venía a decir es que muchos de los cambios ya en marcha y que, en condiciones normales, necesitarían décadas para su consolidación, ahora, después de pasar por el laboratorio del Covid-19, estos se implantarán de forma espontánea. Y este es el caso del teletrabajo, que ha entrado de lleno en la cesta de la centrífuga aceleradora del cambio. A principios de año, en uno de mis artículos, comentaba que con la aparición del Covid-19 en la ciudad de Wuhan llegaba el mayor experimento a escala mundial del teletrabajo. Hoy, y vista la experiencia que nos toca vivir, ya podemos decir que el empleo de la citada herramienta ha dejado de ser un experimento para convertirse en una realidad con mucho futuro.
Teletrabajo: ¿experimento, realidad, utopía?
Lo que antes de la pandemia era un experimento que apenas ocupaba al 7% de la población laboral del estado, durante la crisis, y según el Banco de España, la cifra se ha situado en el 30%, nivel muy similar al alcanzado por los países nórdicos antes de la crisis. Esta nueva realidad del teletrabajo, que llegó de forma forzosa y poco planificada, toca ahora analizarla, corregirla y convertirla en una alternativa que arroje resultados satisfactorios para todas las partes: empleados, empresa y sociedad. Que su aplicación se haya realizado sin tiempo para la reflexión nos deja problemas sin resolver como es la finísima línea de separación entre la frontera de la jornada laboral y la de la vida familiar, que hace que haya situaciones que caigan de un lado siendo del otro y produciendo interferencias durante la jornada, como atender al teléfono, que no entiende de horarios, o a la familia, que no entiende de jornada. Sin olvidar los efectos que puede producir sobre el consumo, el medio ambiente, el mercado de alquiler de oficinas y un largo etcétera.
Futuro del teletrabajo
Mark Zuckerberg estima que de los 50.000 empleados que trabajarán en su compañía dentro de una década, el 50% de ellos utilizará el teletrabajo. Aunque en estos momentos este ha sido un salvavidas laboral que ha impedido que muchos empleados hayan acabado en el paro o en el suelo de unos ERTE sustentados sobre tierras movedizas. Si queremos que sea una alternativa real al trabajo presencial se deberá seguir avanzando en temas legislativos que vayan más allá de las escasas referencias que al teletrabajo se hace en el Estatuto de los Trabajadores, o en la definición de una nueva la ley de protección de datos adaptada a un entorno diseñado para vivir y no para trabajar. Quien quiera profundizar en aspectos relacionados con el teletrabajo, empieza a haber fuentes a las que poder consultar, como el estudio de la profesora del IESE Mireia Las Heras, el Libro blanco sobre el teletrabajo en España o el del ayuntamiento de Barcelona.