DERECHOS Y PANDEMIA
Hablar y escuchar para vivir mejor
La palabra conflicto viene del latín confluere, que quiere decir confluir, encontrarse. Las personas nos relacionamos las unas con las otras en múltiples ámbitos de nuestra vida y es en este marco de relaciones personales y profesionales donde aparecen los conflictos, que por naturaleza son inevitables. Lo que podremos evitar es la discusión y la resolución violenta, pero no podremos evitar el conflicto en sí mismo, ya que es inherente al ser humano.
Conocedores de esta realidad tan humana, tenemos que aprender a gestionar los conflictos de la mejor manera posible, es decir, desde el diálogo y la cultura de la paz. Tenemos que aprender a gestionarlos positivamente con el fin de transformar algo negativo en una oportunidad de crecimiento y mejora. Y es en ese espacio de diálogo donde encaja la mediación como una eficaz herramienta de resolución de controversias, donde un tercero, el mediador profesional, ayuda a las partes a fin de que resuelvan por sí mismas el conflicto que las separa. ¿Y quién es el mediador? Un profesional experto en gestión y resolución de conflictos, que dirige el proceso de mediación y crea un espacio de confianza, donde las partes pueden explicar lo que sienten y lo que necesitan, donde pueden hablar libremente, escuchar y sentirse escuchadas. La habilidad del mediador para restablecer y mejorar la comunicación estropeada entre las partes es imprescindible para que estas puedan dialogar de manera activa y asertiva en lugar de violenta y exigente, rebajar tensiones y encontrar el mejor acuerdo para ambas, que el mediador plasmará por escrito en un acta. La formación especializada en técnicas de gestión y resolución de conflictos permite al profesional mediador hacer un análisis de los hechos, contexto, posiciones, intereses y necesidades que tiene cada uno. Formación que los mediadores abogados del Centro de Mediación de l’Il·lustre Col·legi d’Advocats de Lleida (CEMICALL) actualizan anualmente. El mediador ayuda a las personas que viven el conflicto a verlo desde diferentes perspectivas y comprenderlo, que se metan el uno en el lugar del otro. Actúa en todo momento con imparcialidad y neutralidad. No juzga ni hace juicios de valor. No decide, ya que los verdaderos protagonistas son las personas que sufren el conflicto. ¡Quién mejor que ellas para encontrar un buen acuerdo! Y vela para que todo el proceso de mediación se haga bajo un estricto principio de confidencialidad que impide a las partes implicadas y a la persona mediadora revelar ninguna de las informaciones que conozcan. Hablar y sentirse escuchado nos ayuda a usar el conflicto para crecer, mejorar, establecer una nueva relación con quien la comunicación está estropeada y en definitiva nos tranquiliza los miedos y nos da herramientas para vivir mejor.