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Madurez digital

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e has preguntado cuál es el grado de transformación digital en tu empresa y en qué medida estás en el camino adecuado para enfrentarme a los nuevos retos de la nueva realidad, cada vez más VUCA (volátil, incierta, compleja y ambigua)? Primero de todo, repasemos qué es la transformación digital. La transformación digital no es más que la capacidad de cada empresa para adaptarse a los últimos avances tecnológicos y transformarse según las exigencias del nuevo paradigma económico y social que estos traen consigo. Sectores como el retail, las telecomunicaciones, el turismo y los servicios financieros se han visto revolucionados con la aparición del comercio online, las redes sociales y los primeros pasos del big data.

Hoy en día, y en las circunstancias actuales de pandemia, es crítico conocer este índice de madurez digital (IMD). Es obvio, que con su digitalización las empresas ganan en ingresos, rentabilidad y sobre todo experiencia de cliente (CX). La transformación digital ayuda también la atracción de talento y el employer branding, o reputación de marca empleadora, y por tanto resultará mucho más atractiva a las nuevas generaciones que una empresa anclada en el pasado que funciona a base de tecnologías obsoletas.

No es casualidad que la inmensa mayoría de los start-ups más exitosos de los últimos años hayan salido de la mente de millennials o que su equipo de trabajo esté formada casi en toda su totalidad por nativos digitales en las empresas, por lo que es imprescindible conocer el grado o índice de madurez digital de tu organización (IMD). Entonces, si todo son ventajas, ¿por qué no todas las empresas han emprendido el camino de la transformación digital ni han llegado a un nivel de madurez digital completo?

Las nuevas tecnologías se mueven a tal velocidad que quienes no logran adaptarse van quedando cada vez más rezagados. Esto, sumado a la resistencia al cambio por parte de muchas empresas, crea la llamada brecha digital, que aumenta con los siguientes obstáculos principales: la falta de inversión y la falta de perfiles digitales.

Estos dos obstáculos a los que deben hacer frente las empresas se presentan a mayor o menor escala dependiendo de la empresa, pero en todos los casos nacen del coste que supone el proceso de transformación, la falta de integración entre las nuevas tecnologías y las existentes, y la falta de formación digital de los trabajadores. Podemos ver que, pese a que el nivel de digitalización de las empresas en España se encuentra dentro de la media europea, sigue resultando imprescindible una apuesta digital por parte de las empresas para poder seguir mejorando su competitividad. La necesidad de esta transformación digital debe permear en la mente de todos los empresarios, y la formación e inversión en I+D+i debe ser primordial, igual que la colaboración entre el sector privado y público para que España pueda seguir creciendo económicamente y dar acogida a grandes y pequeñas empresas.

Conocer la madurez digital de las organizaciones es el elemento clave para iniciar su transformación. El IMD está ligado a dos factores: la capacidad de liderar las iniciativas digitales, un aspecto que sobre todo está ligado a la estrategia y la cultura de la empresa, y a la capacidad de ejecutar la transformación digital, un factor relacionado con la disposición de la organización y la madurez tecnológica. En resumen, la madurez digital no solo está ligada a la tecnología, sino también a las personas y la cultura.

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