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De espaldas una vez más

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El 16 de febrero, la manifestación para pedir la libertad de Pablo Hasél se saldó con una oleada de disturbios en Lleida, ocho personas detenidas y seis policías heridos. Al empezar los altercados, los Mossos tuvieron que rodear la Subdelegación del Gobierno, mientras los radicales empezaban a lanzarles petardos, piedras, cristales, pintura y sillas y mesas que había en la terraza de un bar.

Ante el avance del cordón policial se dirigieron rápidamente hacia la avenida Blondel, donde hicieron varias barricadas. Fue allí donde agredieron a tres agentes de la Guardia Urbana que iban en moto.

También prendieron fuego a dos de las motocicletas, que quedaron completamente calcinadas, y causaron daños a una tercera. Fueron rescatados por sus compañeros.

Dos de ellos fueron evacuados al Arnau. Hubo otro urbano herido y también dos Mossos lesionados, así como daños en escaparates y mobiliario urbano.

Al día siguiente, 17 de febrero, todos los sindicatos (ASIGULL, UGT, CGT, CSIF, CCOO y AFILL), mediante un escrito de la Junta de Personal, condenaban unos hechos que volverían a repetirse esa noche y la siguiente. En el comunicado pedían cosas tan sencillas como felicitar a la Urbana, que había aguantado estoicamente los ataques sin estar preparada. Pedía declarar inaceptables los disturbios y los destrozos. Y nos pedía a nosotros, los partidos políticos, que tomáramos cartas en el asunto.

Desde Ciudadanos recogimos el guante. Propusimos hacer una declaración institucional del ayuntamiento condenando la violencia sufrida por los empleados públicos manteniendo, palabra por palabra, el escrito de los sindicatos. No fue aceptado, oh, casualidad, por ninguno de los miembros del tripartito, que propusieron un texto alternativo e inaceptable. Porque a nuestro grupo le parece inaceptable intentar maquillar la violencia de esta semana pasada. Tanto la del encierro de la universidad como la de los disturbios. La violencia es la línea roja que convierte toda protesta en inaceptable y debe condenarse. Punto.

Bueno, punto no. Si me lo permiten hay un detalle que no debe pasarse por alto. El señor alcalde es el jefe de nuestra Guardia Urbana. Ignoro si este señor ha tenido gente a su cargo con anterioridad. Pero un líder no deja tiradas a las personas que tiene a su cargo. Un líder debe saber ponerse al frente de los suyos y responder por todos ellos. El escrito de todos los sindicatos así lo pedía y demuestra que no se sintieron arropados, ni por el alcalde ni por el resto de su gobierno.

Aún y así, el tripartito de las excusas encontró motivos para votarla en contra. En contra de felicitar a la Guardia Urbana de Lleida. En contra de declarar inaceptables los daños y quema de los vehículos policiales y destrucción del mobiliario urbano. En contra de desear una rápida recuperación a los servidores públicos heridos por los radicales. En contra de mostrar una defensa clara e institucional de sus trabajadores y bienes públicos, y personarse como acusación particular en las futuras acciones judiciales.

Personalmente, ya estoy acostumbrada a que voten en contra nuestras propuestas con argumentos falaces y salidas por la tangente. Pero debo confesarles que esta vez el rechazo a nuestra moción me dolió especialmente. Esta vez no votaron solamente en contra de nuestras ideas. Esta vez el tripartito, con el alcalde a la cabeza, dio la espalda a toda la Guardia Urbana por unos intereses que no alcanzo a comprender. Una pena, una vez más.

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