SEGRE
No todo vale

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Imaginen que un día, sin venir a cuento y por desempeñar su trabajo, son acusados de multitud de delitos que no han cometido. Imaginen que esas acusaciones han sido instigadas por un compañero suyo que, movido por la ambición, pretende destruirles para tener más poder y beneficios.

Imaginen que esas calumnias son aireadas en la prensa y en las redes sociales, llegando a su familia y a sus amigos. Imaginen la inquietud de su madre, que, aún no pudiendo creerlo, tiene que preguntar por qué lo ha leído en el periódico y se lo tiene que oír a una vecina: “Si el río suena...” Imaginen su integridad puesta en duda en cada debate: “No hables mucho, que estás en el juzgado.” Imaginen que otros rivales, lejos de desacreditar tales bulos, callan y otorgan.

Incluso hacen suyo el discurso de que “se han producido graves irregularidades”, y permiten que sus voceros y colaboradores agranden la mentira. Imaginen que, en su lucha por demostrar su inocencia, uno de sus compañeros que se encuentra en sus mismas circunstancias, fallece de un cáncer.

Él ya no podrá ver su buen nombre y su honor restablecido. Imaginen esa sombra de duda sobre sus espaldas durante tres años.

Imaginen la rabia, la impotencia de no poder defenderse durante ese tiempo. Y cuando, por fin, les dan la razón, cuando los jueces dejan claro que las diferencias políticas no pueden llevarse al juzgado, y acredita que no hay rastro de delito ni de conducta censurable alguna, sus rivales dicen eso de que “aquí no ha pasado nada y pelillos a la mar”.

Aunque no lo crean no les estoy resumiendo El Conde de Montecristo o cualquier drama televisivo de sábado por la tarde. Esto ha ocurrido aquí, en la Paeria de Lleida. El señor Postius, ahora teniente de alcalde en nuestra ciudad, nos acusó a varios compañeros, a trabajadores del ayuntamiento, a la auditora de la Empresa Municipal de Urbanismo (EMU) y a mí misma de una serie de delitos que sabía perfectamente que no habíamos cometido.

Lo hizo con el fin de extender la sombra de duda sobre nuestra honorabilidad y posicionarse mejor de cara a las elecciones municipales de 2019, sabiendo que el caso no se habría cerrado para entonces. Sus compañeros de filas también sabían que dichas acusaciones eran completamente infundadas. Prueba de ello es que ninguno de ellos suscribió la querella contra nosotros.

Sus compañeros dentro del tripartito también lo sabían. Aún y así, hasta el día de hoy han callado y han otorgado. Han dado por buenas unas tesis contables que han puesto en riesgo las finanzas de la Empresa Municipal de Urbanismo y las del ayuntamiento mismo, retrasando la tramitación de la Cuenta General de 2018 por avalar las tesis personales del sujeto que les he mencionado.

Han dejado que uno de sus miembros en el consejo de administración nos insulte en redes sin haberle censurado ni pedido moderación. Y ahora, que tanto la nueva auditoría de la EMU como Audiencia de Lleida nos dan la razón, callan y miran para otro lado. Solo una persona ha sido capaz de hacer una llamada interesándose por nuestra situación.

Este es el nivel moral de los señores que están gobernando en el ayuntamiento de Lleida. Una bajeza moral que les va a llevar a aprobar un código ético y de buenas prácticas entre los políticos y personal directivo en el próximo pleno de abril. Y que va a permitir permanecer en el puesto de teniente de alcalde al señor Postius, pese a haber realizado las mismas prácticas de contratación que han forzado a dejar el cargo de concejal de deportes al señor González.

Afortunadamente todavía quedamos algunas personas para las que, en política, no todo vale.

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