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Me he equivocado, no volverá a ocurrir

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“Me he equivocado, no volverá a ocurrir.” Son palabras que, hasta ahora, se atribuían al rey emérito, el Sr. Juan Carlos de Borbón. Sin embargo, desde hace unas semanas también se pueden achacar a nuestro alcalde, Miquel Pueyo, I de Lleida. Bromas y disculpas aparte, y con mayor o menor éxito dependiendo a quién se pregunte, nuestra corona está asumiendo el reto de modernizarse y representar de forma intachable a todos los españoles mientras paga y corrige las irregularidades de su antecesor. Pero en nuestra ciudad los hábitos y los desmanes regios del tripartito parece que están lejos de corregirse.

Me van a permitir que vuelva a la famosa cena del alcalde. A estas alturas, todos tenemos claro que el Sr. Pueyo cometió un error grave al saltarse las limitaciones horarias para ir a cenar a un restaurante. Igualmente, es evidente que debe mantener una actitud intachable en sus actuaciones, tanto públicas como privadas, dado que es el representante de todos los vecinos de la ciudad. Puede, incluso, que haya asumido ser responsable directo de la multa al restaurante: ¿quién no seguiría trabajando aún fuera de horario si el jefe de la Guardia Urbana y de toda la ciudad está esperando su plato tranquilamente? Si él no hace ademán de irse, ¿por qué no seguir con normalidad?

Con todo, lo más grave ya no es eso. Lo más grave es que, dos semanas después, sigamos sin saber quién acompañaba al alcalde en esa cena. Sabemos que eran parte de su equipo de gobierno. La confesión en la radio de la concejal Mariama Sall, responsable de Personas, Comunidad y Agenda 2030, así nos lo confirma. Las evasivas de la concejal Sandra Castro ayer mismo también. ¿A qué viene tanto secretismo? ¿Por qué esconden los nombres de quienes actuaron mal esa noche ostentando el cargo de concejal o personal de confianza? ¿Nos podemos conformar con las disculpas del Sr. Pueyo cuando hay otros que, en su misma situación, no han pedido perdón?

No solo eso: si por un desliz (muy grave bajo mi punto de vista: por cosas como ésta otras personas han dimitido de su cargo) están guardando tanto silencio y actúan con tanta opacidad, ¿cómo actuarán ante otras irregularidades más graves? ¿Cuántas cosas están callando mientras la oposición buscamos entre una montaña de facturas, expedientes y partidas presupuestarias por la falta de explicaciones? ¿Cuánta honestidad existe en este tripartito si ante un hecho tan evidente como éste no se dan explicaciones con franqueza?

La solución que reclamamos es más transparencia. No propagandística. No publicitaria. Real. Sin discursos grandilocuentes o códigos éticos muertos antes de nacer por las actitudes de ciertos miembros de este gobierno.

Simplemente se necesita cumplir con las leyes de transparencia que ya tenemos. Y en eso estamos. En eso y en quemarnos las pestañas la acción de gobierno de este tripartito de las sombras. Porque hay errores que no se arreglan con un “me he equivocado, no volverá a ocurrir”. Y, en gobierno, la verdad es que no se me ocurre ninguno que se arregle de ese modo.

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