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¿Vuelven los 80?

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Es evidente que la nostalgia tiene tirón. Que se lo digan a Hollywood, que este mes nos deleita con una nueva entrega de James Bond (¿la última protagonizada por Daniel Craig?), la reedición de Dune (la ciencia ficción no es solamente Star Wars) o Jungle Cruise: una aventurita que nos vende un Indiana Jones femenino (Emily Blunt) acompañado por los músculos de Dwayne Johnson The Rock, demostrando que la fórmula de Conan el Bárbaro y los estereotipos no se han movido ni un milímetro en 40

años. Afganistán vuelve a estar en medio del foco, como una broma macabra de muy mal gusto. Las nucleares siguen siendo objeto de debate, aunque esta vez nadie con dos dedos de frente puede negar que juegan un papel fundamental a la hora de dotarnos de energía a un precio razonable. De nuevo nos vemos debatiendo y discutiendo sobre unos Juegos Olímpicos en Barcelona. Y un obispo cuelga los hábitos “por amor”. Todo un déjà vu.

En Lleida tampoco es que hayamos avanzado demasiado.

Todo lo contrario. Las calles acumulan una porquería que no se veía en muchos años.

Los roedores vuelven a ser actores invitados en nuestro callejero.

Junto a ellos, plagas de palomas pueblan nuestras farolas y repisas, como si fueran los emisarios de una adaptación de Hitchcock. Solo que en lugar de atacarnos físicamente lo hacen con sus excrementos y suciedad incontrolada.

Un reflejo del daño que hacen jabalíes y conejos en nuestra Horta, que campan a sus anchas a causa de un animalismo mal entendido.

Sin embargo, no toda la culpa va a ser de los animales: el espacio público ha sido invadido por una basura prácticamente extinta hasta ahora. Las papeleras parecen haber perdido su función, mientras que los contenedores están desbordados de residuos, cuando no son destrozados por actos vandálicos.

No es una exageración: solo hace falta pasearse por República del Paraguay, Marte o Pearson para ver –y oler– esas montañas literales de basura.

Hasta el punto de que ni baldear agua a las 3 de la tarde llega a disimular el problema. .

Y si la suciedad no fuera suficiente, queda la seguridad. Tirones de cadenas a mujeres mayores. Atracos a mano armada. Tiroteos. Aumento del consumo de marihuana y heroína... Venta de droga a plena luz del día en medio de la ciudad... No es la Gotham del Batman de Tim Burton, sino un repaso a los sucesos locales de los últimos 15 días de agosto, que en principio nunca pasa nada. Y eso sin nombrar ni la pandemia ni la temida sexta ola, que esperemos que no llegue nunca.

Así que ¿qué deberíamos pedir para esta vuelta al cole? ¿Un Robocop para terminar con el crimen? ¿Un MacGyver para arreglar nuestros problemas con un chicle y un alambre? Mejor pidamos un poco de sentido común a nuestro equipo de gobierno menguante: más limpieza y menos municipalizaciones que no podemos asumir. Más seguridad y menos agentes Covid, que no conocen la normativa que hay que aplicar en cada momento. Más hechos y menos palabras que no llevan a ningún lado.

Porque, aunque empezamos la recta final de 2021, pareciera que hubiéramos retrocedido 40 años. No solo porque este equipo de gobierno está más pendiente de conservar sus asientos que de gestionar la ciudad. Es que le faltan ideas. Les falta proyecto. Les falta imaginación y valentía. Y ante eso solamente les queda mirar al pasado. Así nos va. Pero por favor, que no recuperen las hombreras.

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