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Joana Serrat, en el recital que ofreció en el Espai Orfeó de Lleida.

Joana Serrat, en el recital que ofreció en el Espai Orfeó de Lleida.J.C.

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CANCIÓN DE AUTOR

Intérprete: Joana Serrat.

Sala: Espai Orfeó. 14 de mayo

★★★★☆
Joana Serrat es, entre las cantautoras de las últimas generaciones de este país, una de mis debilidades musicales, si no mi preferida. La sigo desde su debut discográfico con The Relief Sessions hace más de un decenio y siempre que nos ha visitado, en el formato que sea, he tratado de no perderme sus actuaciones por aquí. Por ejemplo, muy al principio cuando la descubrí, durante su participación en el Live Sessions Day de vida efímera, festival que me permitió descubrir a un diamante en bruto que se diferenciaba de casi todo lo de su segmento en el negocio musical. Destilaba frescura, enorme personalidad y un talento compositivo incipiente pero ya brillante, que se iría realzando con el paso de los años a medida que nos iba regalando, una tras otra, sus siguientes joyas musicales: Dear Great Canyon (2014), Cross The Verge (2016), Dripping Springs (2017) o Hardcore From The Heart (2021), su más reciente entrega musical, aparecida apenas unos meses atrás y que ahora nos está dando a conocer. Como ya nos tiene acostumbrados, sonoridades muy del otro lado del Atlántico capaces de confundir al oyente o al espectador desprevenidos, pensando que se trata de una artista de Oregón o Nebraska si desconocen que la cantante ha salido del mismísimo Vic. Para esta ocasión que nos ocupa, llegó acompañada de su banda eléctrica habitual para desgranar ese folk-rock propio e intransferible de barniz e influencia inequívocamente americanos, de grupos como Eagles, Poco o Crosby, Stills & Nash, con esa voz dulce y armoniosa que parece que te acaricia los oídos, que te hace cerrar los ojos y que te pone a reflexionar con esas historias que su imaginación pasmosa nos regala una y otra vez: Hotel Room 609, Take Me Back Where I Belong, Demons, Wild Beast, Easy, Pictures, These Roads, Summer Never Ends. Canciones que conforman un viaje introspectivo a su interior más íntimo y en las que el dolor se convierte en vehículo crucial para canalizar esos diferentes estados de ánimo que ella y todos experimentamos, cantemos o no. Todo muy hermoso.
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