COLABORACIÓN
La otra cara de La Mariola
En La Mariola se hace de día como en cualquier otro sitio de la ciudad. Pero el muro del Gran Passeig de Ronda separa y aísla el barrio, como una burbuja invisible, del resto de Lleida. Un barrio al que muchos leridanos no quieren ni mirar por la estigmatización que pesa sobre él como una losa.
Incivismo, delincuencia, paro, inseguridad, pobreza, marginalidad, degradación son las palabras que más escuchamos cuando hablamos con los leridanos de fuera del barrio. Precisamente porque estamos cansados de oír siempre la misma cantinela, el pasado sábado organizamos una cena popular en la plaza Barcelona. El éxito fue total.
Más de 200 personas se acercaron para compartir una velada en la que no faltó la alegría, la buena comida proveída por los comercios del barrio, la música y también algo de baile. Tal vez porque este año no han tenido fiestas mayores en el barrio, tal vez porque contábamos con la presencia de una invitada de lujo, la plaza Barcelona, generalmente adormecida por el color gris del cemento, cobró vida. Una vida que se reflejaba en los rostros de todos los que nos acompañaron, ansiosos por contarnos lo que echan de menos en el barrio, y deseosos por saludar y hacerse fotos con la invitada, nuestra diputada Sara Giménez, gitana, actual presidenta de la Fundación Secretariado Gitano y diputada en el Congreso de los Diputados.
Sara, en su trayectoria profesional y política, es una incansable trabajadora por la defensa de los derechos humanos, por la igualdad y contra la estigmatización hacia los grupos étnicos. Su trabajo en la Ley de Igualdad de Trato ha sido fundamental para lograr modificar el Código Penal y que se tipifique como delito de odio la exclusión hacia el colectivo caló. Durante la velada, tuve la oportunidad de charlar con muchos vecinos y os aseguro que sus pupilas se iluminan cuando te cuentan las ganas que tienen de ver mejorar su barrio.
Y me entristece profundamente que los diferentes gobernantes de Paeria hayan usado La Mariola para controlar la pobreza y que no se haya trabajado más intensamente por acabar con la fragmentación social, territorial y étnica. Si decididamente apostamos por revertir la situación de aislamiento del barrio, hay que dejar de considerar La Mariola como una zona marginada y guardar en el cajón del olvido las políticas asistencialistas, trabajando de forma decidida para que las personas, gitanas y no gitanas, puedan acceder a una vivienda o a un alquiler digno. Porque los proyectos actuales y los planes sin plan –como en su día Mariola 20.000– no están realmente orientados a ayudar a la gente del barrio.
Nos contaban los vecinos que en el barrio no hay equipamientos y que los que hay actúan como cordón urbanístico, que no invitan a entrar en el barrio, lo que fomenta las dinámicas de segregación. El tejido comercial languidece y van desapareciendo los comercios. Una buena forma de dar un impulso al barrio sería reabrir el mercadillo que en su día se trasladó a la zona del campo de futbol, y así los marchantes que aquí viven podrían montar sus paradas otro día más de la semana.
Nos cuentan que antes se acercaban al mercado los vecinos de otras zonas de la ciudad, incluso de los pueblos cercanos, pero ahora, sin estímulo comercial, nadie de fuera entra en La Mariola. Los más jóvenes acusan la falta de motivación por los estudios, debido a la falta de oportunidades formativas y laborales, lo que, unido a las dificultades económicas y sociales de las familias del barrio, estigmatiza aún más a un colectivo que ve cómo el consistorio les vuelve a dar la espalda sacando el centro de formación de adultos que aquí había. Desde nuestra formación, apostamos por redefinir políticas sociales, por dignificar los espacios públicos para que sean espacios de encuentro amables y vitales.
Las plazas, los parques infantiles y la pista deportiva reclaman una merecida atención por parte del consistorio. Y con solo un poco de voluntad y con algo más de los recursos que ahora se destinan de las arcas públicas, se podría poner la primera piedra para dinamizar un barrio que languidece ante nuestros ojos. Hay mucho por hacer, pero, más allá de los manidos tópicos, os aseguro que cuando escuchas, atiendes y compartes mesa con los vecinos de este barrio, puedes ver la otra cara de La Mariola.