Emotividad y sentimiento

La segunda entrega del Jazz Tardor de este año fue especial por varias razones que me gustaría resaltar. Por un lado, que la formación oficiante en sí, compuesta por nuestro paisano y bien conocido contrabajista local Ignasi González junto a los hermanos Jules y Jerôme Frayssinet quienes, aunque de cuna francesa, pasan la mayor parte de tiempo y actividades profesionales en Catalunya, donde se han granjeado una más que bien ganada reputación como magníficos guitarristas. En segundo lugar, por practicar todos en este proyecto, en formato de trío, una variedad de interpretación jazzística instrumental no tan habitual como lo que uno podría imaginarse, pues el jazz manouche o gipsy swing, popularizado hace ya unas cuantas décadas por el genial guitarrista Django Reinhardt y el no menos singular violinista Stéphane Grapelli, sí que llenaron toda época por su sonido e imaginación interpretativos, tan especiales, aunque en la actualidad cueste oírse a menudo.

Y en tercer orden, por la presencia como guest star, ciertamente emocional, del gran Carles Juste “Beethoven” que se sumó al trío en la segunda parte del espectáculo con su violín, dotando al grupo de un valor musical añadido, recordándonos aún más, si cabe, el sonido primigenio de ese par de héroes irrepetibles. Pues lo dicho, en la primera parte disfrutamos de la gran habilidad del trío recreando aquella música y piezas tan populares en las décadas de los treinta y de los cuarenta y hasta la muerte del gran guitarrista gitano que tocaba sólo con tres dedos por aquel triste accidente cuando de adolescente sufrió un incendio en su carromato que casi le cuesta la vida. En la segunda, con la adición encima del escenario del gran “Beethoven”, auténtica leyenda musical local, pionero de la rumba moderna junto al Parrano, el Marqués de Pota, etcétera, cofundador de los Pixie Dixie y partícipe de múltiples historias musicales.