SEGRE
Steve Turre (a la derecha), en su concierto en el Jazz Tardor.

Steve Turre (a la derecha), en su concierto en el Jazz Tardor.J.C.

Creado:

Actualizado:

JAZZ

★★★★☆
Sería prolijo, aunque muy interesante, hacer un recorrido detallado por la trayectoria de Steve Turre, el trombonista méxico-norteamericano, nacido en Bolivia y afincado en California, que se fogueó junto a Ray Charles, Herbie Hancock, Dizzie Gillespie, Mongo Santamaria o los Jazz Messengers, entre muchas otras buenísimas compañías artísticas, antes de iniciar su propia trayectoria personal y situarse en la cúspide del jazz mundial. Digo esto, una vez más, para poner en valor el mérito que tienen los responsables de nuestro festival jazzístico por antonomasia, de traernos hasta casita, año tras año, a los grandes nombres del panorama actual y pasado reciente de este género que tanto amamos y que, en este caso, nos brindó la oportunidad de disfrutar de uno de los mejores trombonistas de varas de jazz de los años 80 y los 90 del siglo pasado y lo que llevamos de este. Un Steve Turre en gran estado de forma y magnífica proactividad llegó acompañado de un combo formado por varios estupendos estilistas de sus respectivos instrumentos.

A saber, el pianista Davis Alexander, el saxo-tenor Benjamin Solomon, el contrabajista Dishan Harper, el trompeta Wallace Roney Jr. Y su propio hijo, Orion Turre en la batería, formando juntos un combo compacto y muy bien engrasado con el que dar la réplica a este fluido improvisador que bebe, a nivel de influencia e inspiración, en ese amplio marco expresivo que va desde la música afroamericana hasta el be-bop, pasando por el blues o los ritmos latinos sin hacer ascos, tampoco, al rock o al pop de forma puntual. También pudimos descubrirlo experimentando con una de sus más singulares aportaciones: el uso de conchas y caracolas marinas para crear enigmáticos sonidos en un amplísimo abanico de tonalidades, experiencia de la cual Turre se ha convertido en un gran dominador, sorprendiendo a propios y extraños de sus posibilidades musicales inabarcables.

El espectáculo fue plácido en toda su magnitud y duración dejando, bien a las claras, que en esta parcela que él ha abierto y desarrollado se ha convertido en un auténtico maestro.

tracking