COLABORACIÓN
Sin tapujos
Es hora de hablar claro. De decir las cosas como son. Basta de tapujos y de discursos inútiles.
Lleida necesita y merece un cambio, pero no un recambio de “quítate tú ahora para ponerme yo otra vez”. Necesita un giro de 180 grados. Los ciudadanos están –estamos– hartos de la complacencia de una clase política que va a la suya, que vive bien acomodada mientras la gente currante se ha de buscar las habichuelas para poder llegar a fin de mes.
Los políticos de izquierdas, los de siempre, tan acomodados ellos, tan progres ellos, no durarían ni un mes en cualquier empresa del sector privado haciendo lo que hacen. Porque su verdadero progresismo es que, a ti, ciudadano de Lleida, que aguantas estoicamente y con resignación impuestos municipales de los más altos de toda España, te suban un año más la tasa del agua y alcantarillado, eso sí, de manera solapada durante tres años consecutivos. Y mientras tanto, la empresa que gestiona el agua y sus subcontratas, se sienten seguros de poder seguir haciendo lo mismo de siempre hasta el año 2037.
Durante los últimos 20 años, los partidos que dicen representarte han permitido, sin rubor, concesiones administrativas y blindar contratos por décadas en los servicios esenciales como la recogida de basuras, la limpieza, la gestión del agua o el transporte público y, mientras, los abnegados leridanos cada vez pagamos más impuestos, pero tenemos peores servicios. Lamentablemente, no solo es que objetivamente paguemos más por menos, es que encabezamos el ranking de la capital de provincia más cara de España en el impuesto de bienes inmuebles (IBI) y, ahora, además, somos la quinta ciudad que más cara paga el agua. Es un sinsentido que en Lleida, una provincia con pantanos, embalses, canales y ríos y, con el Canal de Piñana, que abastece de agua potable, entre otros núcleos, a la ciudad de Lleida, la tarifa del agua se sitúe un 38% más cara que la media estatal.
Y ahí va otro dato: según el ACA, el agua en Lleida se ha encarecido un 63,4% en los últimos 10 años. Todos sabemos quien ha estado al frente del gobierno de la Paeria estos últimos 10 años. Ahora, en 2023, de nuevo van a subir la tarifa del agua, por tres años seguidos, gracias a los grupos municipales autodenominados progresistas y sociales: ERC, PSC y Comú.
Esta es la realidad. Y mientras, las rosas se siguen marchitando en el Museo del Clima, ese capricho en el que se enterraron más de 4 millones de euros que todos los leridanos costeamos con los impuestos. Espacios y equipamientos inútiles, abandonados, degradados que va a costar mucho recuperar con dinero público.
Y mientras en Lleida no hay ni un solo mercado municipal en condiciones. La herencia recibida y la gestión de la misma es nefasta. Los dinosaurios de la política municipal ya no pueden engañar a nadie, porque mientras la sociedad leridana va por una dirección, la vieja y desgastada política vive en una realidad paralela.
Tenemos un gobierno nacionalista negligente, y una oposición –antes gobierno– en la sala de espera incapaz de ilusionar con los antecedentes de su hoja de servicios. Hay una salida de libertad y progreso: se llama Ciutadans. Y por mucho intento de opa hostil, de desprecio público y privado y de pretender silenciarnos, les digo a los leridanos que pueden estar muy tranquilos porque nosotros no nos rendimos ni nos arrugamos.
Nosotros tenemos las recetas que la ciudad necesita, menos titulares, menos propaganda y más gestión. Buena gestión es lo que precisamente falta, la gestión de un partido como Ciutadans, un partido de centro liberal que tiene mucho que aportar a la política municipal. Por eso, en nuestra agenda está y estará lo que ni el socialismo ni el separatismo han hecho.
Bajar impuestos, basta de saquear a los que tienen la osadía de vivir de su negocio, prosperar con su trabajo y cumplir con la ley; apostar sin complejos y determinadamente por la seguridad y actuando decididamente contra la delincuencia que ahora campa a sus anchas; frenar las okupaciones, proteger el derecho a la propiedad privada y a no ser privado de vivir con tranquilidad; impulsar la economía con la generación de riqueza y oportunidades, menos trabas administrativas y menos burocracia; atender las demandas de cada uno de los barrios de Lleida para que no haya ciudadanos de primera y de segunda; promover la cultura y proteger el patrimonio natural, histórico y artístico de Lleida. Seamos claros, digamos las cosas como son. Haremos realidad la metamorfosis que Lleida espera, con la ilusión como motor y la libertad como receta.