CRÍTICASENSE ESPÒILERS
Mecanoscrito del segundo intento
La comedia animada del tándem Robert Carlock y Sam Means (Unbreakable Kimmy Schmidt) nos traslada a un mundo en el que los supervivientes a una invasión alienígena tratan de reconstruir la sociedad, procurando corregir los errores del pasado de la humanidad. La trama arranca con un exjugador de béisbol de Boston llamado Matty Mulligan (Nat Faxon), quien da nombre a la serie, salvando al planeta cuando todo parece estar perdido con un certero lanzamiento de granada. Ensalzado como un héroe, es inmediatamente nombrado presidente de los Estados Unidos y no tarda en rodearse de un pintoresco grupo de asesores: el senador ultraconservador Cartwright LaMarr (Dana Carvey), la científica de DARPA Farrah Braun (Tina Fey), el posdoctorado en historia de Georgetown Simon (Sam Richardson) y la ex Miss América Lucy Suwan (Chrissy Teigen), quien además se convierte en la Primera Dama.
Al ecléctico reparto no podía faltar un solitario sobreviviente alienígena, Axatrax (Phil LaMarr), proveniente de un planeta llamado Cardi-B –y que los propios extraterrestes insistirán en desmentir que ese nombre guarde ninguna relación con la rapera homónima–. Pero la oportunidad de remendar los errores pretéritos de la civilización se ven obstaculizados por la propia estupidez del protagonista principal, sumado a las intrigas encubiertas de LaMarr y los complejos de cada uno de los personajes, entre los que se incluyen de forma recurrente otras estrellas invitadas como Daniel Radcliffe (Harry Potter) haciendo las veces de un autoproclamado rey británico, Kevin Michael Richardson (Mortal Kombat) bajo la carcasa de un robot militar creado por la doctora Braun, y Ayo Edebiri (The Bear) encarnando a un adolescente sin rumbo que finge ser un general de la Marina. Lamentablemente, sobre todo durante los seis primeros episodios, todos esos ingredientes se deshacen en un guion irritantemente lento en el que apenas se sorprende al espectador con escasos vuelcos de la trama.
Y si lo más importante en este tipo de producciones es el sentido del humor, Mulligan no pasará a la historia por ello. Quizás la gran –y única– lección que aporta esta serie es que, por mucho que las cosas cambien, poco puede repararse cuando las personas siguen siendo iguales que antes. Y, durante sus 10 episodios de media hora cada uno, sus creadores no dejarán de recordarnos que las segundas oportunidades nunca son tábulas rasas.