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Nacimiento de una estrella reflejando la imagen de un “reloj de arena” cósmico, captado por el telescopio James Webb. En el cuello del “reloj de arena” podemos ver el disco protoplanetario rodeando a la incipiente estrella. /ESA/CSA/STScl.

Nacimiento de una estrella reflejando la imagen de un “reloj de arena” cósmico, captado por el telescopio James Webb. En el cuello del “reloj de arena” podemos ver el disco protoplanetario rodeando a la incipiente estrella. /ESA/CSA/STScl.SEGRE

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Catalunya está en un verdadero conflicto, un conflicto que ya dura demasiado tiempo y es necesario llegar a un acuerdo en el que no haya ni vencedores ni vencidos. La técnica a aplicar es vieja, muy vieja, y se llama negociación. Es necesario aplicar este proceso en el que Cataluña y el resto de España con intereses comunes y en conflicto se reúnan para proponer y discutir propuestas explícitas con el objetivo de llegar a un acuerdo.

La peor injusticia es tratar igual a los que son desiguales, y Catalunya es desigual. Es desigual por historia, tradiciones, por la lengua, por el carácter y por tantas otras cosas. Así, es razonable, lógico y totalmente necesario que Catalunya tenga un trato singular en el marco de la España única.Desgraciadamente en España y Catalunya gran parte de la clase política han experimentado con el paso de los tiempos un doble cambio negativo: se ha profesionalizado y se ha practicado con demasiada energía la desinformación y la mentira.

La política, al tratarse de una actividad duradera en el tiempo, en la que se puede realizar toda una vida laboral, se ha convertido en una profesión, por lo que el centro de las preocupaciones de los políticos es asegurarse sobre todas las cosas un puesto de trabajo, y este puesto de trabajo pasa por ganar las elecciones en los próximos cuatro años dejando de lado los intereses generales y, entre ellos, los de las próximas generaciones.Cuando miro el panorama político, veo a muchos políticos pensando siempre en las siguientes elecciones y no veo a ningún estadista que piense en las próximas generaciones. Los estadistas no abundan en el país y me gustaría ver a un hombre o mujer de estado, un o una líder política con experiencia teórica y práctica al ejercer el poder y que esté pensando en las futuras generaciones, no sólo en la coyuntura inmediata.Un estadista no hace populismo, sino el trabajo de un político muy bien formado que gobierna con equidad, justicia, visión internacional y humanismo. Hoy por hoy muy pocos líderes políticos son merecedores de designarlos como estadistas.Dialogar es de humanos, negociar es de sabios, y así debemos entenderlo si queremos llamarnos Homo sapiens sapiens del siglo XXI.Nuestra estrella más cercana es mucho más importante que los países.

Y ella, desde su nacimiento, nos puede dar luz por lo que hay que hacer en un pequeño país, de un pequeño continente, de un mediano planeta azul llamado Tierra. El Sol y todas las demás estrellas que en estos momentos están naciendo en nuestra galaxia y en otras galaxias han surgido por azar, cuando se agregaron fragmentos de materia de una nube difusa del espacio exterior hasta formar una especie de grumo celeste. La gravedad se une al trabajo que ha empezado por azar y atrae más material, en forma de gas y polvo hacia el grumo.

La historia de la estrella que se está formando acabaría aquí con la formación de un agujero negro, de no ser por el hecho de que la contracción de materia con gran calor y presión aumenta en el centro de la incipiente estrella. En estas circunstancias los núcleos atómicos se mueven cada vez a mayor velocidad hasta que por fin chocan unos con otros y en la incipiente estrella se inicia una fusión nuclear estelar.La estrella recién formada es capaz de contrarrestar la fuerza de la gravedad, es decir, para evitar el colapso gravitatorio, la estrella ha negociado con la gravedad y ha generado una especie de fuerza provocada por la fusión nuclear que empuja hacia afuera del astro y así, sólo así, la estrella se mantiene estable.La continua lucha entre la gravedad que quiere comprimir y estrangular a la joven estrella y la presión por el calor generado en las reacciones termonucleares de su interior en sentido contrario a la gravedad es el principal factor que determina a partir de entonces la evolución de la estrella.Si la negociación entre la gravedad y la fusión nuclear no estuviera presente, la estrella no existiría, no tendríamos ni a nuestro Sol ni los 200.000 millones de estrellas de nuestra Vía Láctea, pero las estrellas velan y luchan por existir, necesitan existir, para dar luz y calor a los planetas de su alrededor y permitir, si las condiciones lo hacen posible, la existencia de vida microscópica primero y con herencia cultural después.Las estrellas más abundantes de nuestra galaxia son las llamadas enanas rojas (aproximadamente la mitad que el Sol), y significan el 70% de las que existen en nuestra Vía Láctea. Pero es precisamente este pequeño tamaño el que provoca que consuman muy lentamente su combustible, por lo que son el tipo de estrellas más longevas, pudiendo llegar a vivir más que la existencia de nuestro Universo.Las estrellas enanas amarillas tienen un diámetro parecido al de nuestro Sol y tienen una esperanza de vida de unos 10.000 millones de años.

Como vemos, cuanto más grande es la estrella, menos vive, pues más rápido gasta el combustible. Existen también estrellas gigantes con un diámetro entre 10 y 100 veces mayor al del Sol. De igual modo, su luminosidad también es entre 10 y 1.000 veces mayor a la de nuestra estrella.

Las supergigantes son estrellas que tienen un diámetro unas 500 veces mayor al del Sol, aunque pueden llegar a ser 1.000 veces mayor. Una estrella hipergigante es el tipo de estrella más grande que existe. De hecho, las leyes de la física impiden que existan estrellas más grandes.

Las hipergigantes son miles (e incluso millones) de veces más brillantes que el Sol y sus temperaturas superficiales llegan a los 35.000 °C. Su masa es tan increíblemente grande que su esperanza de vida es menor a 3 millones de años. Un ejemplo de hipergigante es UY Scuti, la estrella más grande de nuestra galaxia y en la que cinco mil millones de soles cabrían en su interior.En todas esas estrellas la gravedad negocia con la fusión nuclear y este tipo de negociación estelar surgió en la naturaleza poco después del Big Bang, y nosotros que miramos más hacia el suelo que hacia el Universo todavía estamos en las “bacerolas” para querer y saber negociar, pero lo que está claro, muy claro, es que hemos pasado del “proceso” al retroceso y que para salir del agujero debemos dejar de cavar.

Sin un pacto firme con ofertas y concesiones no tendremos ni una España ni una Catalunya fuertes para afrontar los nuevos retos que ya tenemos sobre nosotros, como pretendía hacer la gravedad con la estrella y que gracias a su inteligencia universal evitó.

Nacimiento de una estrella reflejando la imagen de un “reloj de arena” cósmico, captado por el telescopio James Webb. En el cuello del “reloj de arena” podemos ver el disco protoplanetario rodeando a la incipiente estrella. /ESA/CSA/STScl.

Nacimiento de una estrella reflejando la imagen de un “reloj de arena” cósmico, captado por el telescopio James Webb. En el cuello del “reloj de arena” podemos ver el disco protoplanetario rodeando a la incipiente estrella. /ESA/CSA/STScl.SEGRE

Nacimiento de una estrella reflejando la imagen de un “reloj de arena” cósmico, captado por el telescopio James Webb. En el cuello del “reloj de arena” podemos ver el disco protoplanetario rodeando a la incipiente estrella. /ESA/CSA/STScl.

Nacimiento de una estrella reflejando la imagen de un “reloj de arena” cósmico, captado por el telescopio James Webb. En el cuello del “reloj de arena” podemos ver el disco protoplanetario rodeando a la incipiente estrella. /ESA/CSA/STScl.SEGRE

Nacimiento de una estrella reflejando la imagen de un “reloj de arena” cósmico, captado por el telescopio James Webb. En el cuello del “reloj de arena” podemos ver el disco protoplanetario rodeando a la incipiente estrella. /ESA/CSA/STScl.

Nacimiento de una estrella reflejando la imagen de un “reloj de arena” cósmico, captado por el telescopio James Webb. En el cuello del “reloj de arena” podemos ver el disco protoplanetario rodeando a la incipiente estrella. /ESA/CSA/STScl.SEGRE

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