COLABORACIÓN
Jennifer Hermoso
Presidente CSIF LLEIDA
Dos han sido las noticias que han llenado los medios de comunicación durante el verano, justo cuando los políticos y sus políticas dejan de ser novedad. La primera, el asesinato en Tailandia de un doctor a manos del hijo de un famoso actor español. En este caso, ya lo verán, no será importante el juicio ni la pena impuesta, lo importante será que ese castigo sea cumplido en España, donde ni las prisiones ni la justicia son tan exigentes y sí mucho más respetuosas con las vidas de los condenados. En definitiva, justicia y prisiones infinitamente más humanitarias que las de aquel país.
Seguramente nuestros políticos saldrán en tropel reclamando ese cumplimiento en España y hasta es posible que sea un tema de estado. Hay que precisar que hay miles de españoles cumpliendo penas en países con justicia y prisiones peores que la tailandesa, pero, me consta, nadie se acuerda de la mayoría de ellos.La segunda noticia, el beso del Presidente de la RFEF a la campeona del mundo Jennifer Hermoso. En ningún caso voy a defender a un personaje de esta calaña, que, además de una gestión bajo sospecha, nunca tenía que haber desempeñado ese cargo. Solamente me queda solidarizarme con Jennifer Hermoso y remitirme a la nota de prensa de mi sindicato, de fecha 25 de agosto, en la que exigíamos la dimisión inmediata del personaje.Me toca hablar ahora de otras Jennifer Hermoso, mujeres que trabajan en medios y condiciones, en mi opinión, mucho más hostiles.
Si me permiten, les hablaré de mis compañeras que trabajan en los centros penitenciarios catalanes.Según datos facilitados por el propio Departament de Justícia, en el 2022 se produjeron 725 incidentes en nuestros centros penitenciarios y un total de 1.231 funcionarios agredidos. Cada día, sí o sí, tenemos 2 incidentes y 4 agresiones, de diferente gravedad. Una parte de esas agresiones se las llevan nuestras compañeras, que suponen, casi, la mitad de la plantilla.La condición de mujer en prisiones tiene, además, un tipo de agresiones que le son propias a su condición de tales. Antes de seguir con mi escrito debe quedar bien claro el comportamiento muy correcto de la mayoría de internos e internas, pero no debemos menospreciar las agresiones, a la vista está, que protagoniza un número reducido, tanto por la cantidad como por su gravedad.
Cada día nuestras compañeras, a pesar de la autoridad de sus cargos, deben repetir una y mil veces las órdenes que dan. Si esas órdenes las reciben determinados internos de una religión concreta son desobedecidas sistemáticamente y provocan comentarios humillantes e inaceptables. Deben aguantar comentarios y gestos obscenos, preguntas improcedentes, distancias cortas que van contra cualquier norma de educación. Algunos internos van incluso más allá y, aunque no sea habitual, se han masturbado delante de nuestras compañeras o las han solicitado sexualmente de forma grosera.
Maestras que tienen graves problemas para dirigir una clase, enfermeras con problemas a diario en el momento de repartir la medicación, funcionarias de vigilancia sometidas a conductas lascivas y libidinosas. Estas últimas son las mismas que hacen cacheos humillantes, integrales o no, a ellos, pero que son ellas porque es su identidad sentida.Nada de esto es nuevo, ocurre desde hace años, es lo propio de un sistema que ha sido favorecido por un Departament de Justícia, feliz de haber quebrado el principio de autoridad. Mientras escribo este artículo, nos ha tocado atender a una compañera, otra más, agredida junto a dos compañeros más. La conozco bien: una mujer valiente, capaz de trabajar en nuestros centros, cuidar sus hijos pequeños y estudiar la oposición… ¡Y aprobar! En este caso, violencia gratuita, sin más.
Seguramente sin consecuencia alguna para los agresores, que saben perfectamente que las funcionarias, igual que los funcionarios, no somos considerados agentes de la autoridad. Y si hubiera algún tipo de responsabilidad, los agresores se declararán insolventes. El Departament de Justícia, el mismo que gasta dinero en payasadas, ya dijo en su momento que no aceptaría ser responsable subsidiario.Por educación con los lectores me he ahorrado detalles escabrosos que helarían el corazón de cualquier persona. Salvo que se trate del corazón de nuestra consellera Ubasart, del secretario Calderó o del pijoprogre Iñaki Rivera.
Dicho queda.