Recuperando el progresivo

ROCK

★★★★✩

El rock progresivo fue un movimiento que vivió su época dorada a caballo de las décadas de los años sesenta y setenta del siglo pasado, con representantes brillantísimos como King Crimson, Yes, Genesis, Camel, Emerson, Lake & Palmer, Van der Graaf Generator, Jethro Tull o Soft Machine, entre bastantes más, desarrollándose a partir del folk progresivo, de la música clásica y de la improvisación del jazz, como una vía nueva y vanguardista para dar realce y credibilidad artística a la música rock tras una década vertiginosa que daba síntomas de agotamiento. La verdad es que el género deparó algunas obras maestras, ahora auténticas piezas de coleccionismo discográfico aunque, a causa de la prodigalidad excesiva, llegó a estomagar bastante a la clientela con sus temas interminables, letras ininteligibles aunque supuestamente intelectuales y demostraciones exageradas de pericia técnica instrumental, con lo que solo faltó que se popularizarse la música disco y se produjese la irrupción descarada del punk para que esta grandilocuente tendencia musical entrase en crisis.. En estos tiempos que corren, con música de bajísima calidad y maleducada que lo ha inundado todo, es habitual que algunos nostálgicos, para airearse, se retrotraigan hacia el pasado por gusto hacia lo vintage, siendo el caso del progresivo otro más de los estilos en los que algunos han decidido bucear. En esta tesitura estarían los locales Scòpics, formado por músicos, casi todos no profesionales, pero que llevan cierto tiempo reuniéndose para practicar música progresiva, habiendo desarrollado una muy estimable relación de composiciones que guardan relación y sonoridades muy próximas con algunas de las bandas citadas al principio. Buenos amigos de un servidor todos estos músicos –encabezados por Josep Ramon Jové, artífice del festival Jazz Tardor que en breve inicia su edición de treinta aniversario (Tonet Rufié, Carles Juste Lo Beethoven, Quim Solé y Gerard Moragues completan el combo)– presentaron su vistoso y sugerente trabajo, acompañados por el conocido poeta Amat Baró y la talentosa cantante, guitarrista y compositora Anna Simó, quienes aportaron versos, el primero, y varias canciones propias, la segunda. Dada mi relación de años con todos ellos, podría parecer de halago impropio y fácil afirmar que lo que hacen está muy bien y que el rato que nos hicieron pasar el otro día en el Antares fue de lo más agradable y de gran mérito dada su condición de amateurs. Viéndolos y escuchándolos, pensaba en silencio para mí que estaría la mar de bien que Scòpics publicaran sus canciones en soporte tangible (en vinilo a poder ser) y con una lustrosa carpeta desplegable de diseño gráfico maravilloso, como esos que se prodigaron tanto hace 50 años.