CRÍTICASENSE ESPÒILERS
Más de la misma 'Australia'
Los guiones de Baz Luhrmann (Moulin Rouge, Elvis) son conocidos por la magnificencia que emana de sus historias. Australia (2008), homenaje a su tierra natal, tampoco fue una excepción. Y como en tantas otras ocasiones, lo que empezó como película terminó serializándose a modo de reciclaje. Bajo el título Faraway Downs, nos encontramos con una versión extendida de la misma historia que el filme. Con la II Guerra Mundial como telón de fondo, una aristócrata británica llamada Lady Sara Ashley (Nicole Kidman) viaja hasta el norte del continente australiano para convencer a su marido de vender un rancho de ganado –cuyo nombre da título a la serie–. Sin embargo, al llegar allí descubre que este ha sido asesinado, y deberá enfrentarse a un ambicioso ganadero que responde al nombre de Rey Carney (Bryan Brown), cuya pretensión es la de apropiarse de sus tierras. Para defender su propiedad, Ashley contará con la ayuda de Drover (Hugh Jackman), otro ganadero algo tosco con quien además iniciará el tórrido romance sobre el que transita el drama. Todo ello visto, en esta nueva versión del filme, desde los ojos del joven Nullah (Brandon Walters), un niño mestizo que trabaja en la finca de Ashley y que se encuentra atrapado en la política racial del gobierno australiano de la época –ahora conocida por el sobrenombre de las “Generaciones Robadas”–. Cuando se estrenó el filme, tanto crítica como público se dividieron entre quienes quedaron encantados con la historia de Lady Sarah Ashley y quienes por el contrario consideraron que podían haber empleado las casi tres horas de visionado en hacer algo mejor. No en vano, de los 130 millones de presupuesto con los que contó la producción se lograron recaudar 211 millones en taquilla a nivel mundial, pero terminó por desvanecerse rápidamente de las carteleras de los cines. Algo similar ocurre con los seis capítulos que componen este show, pero ahora con 222 minutos de metraje en total. Una segunda oportunidad extendida para el texto de Luhrmann, con una banda sonora completamente nueva compuesta por Kara Talvee, pero con una narrativa que se ha ralentizado significativamente con respecto a la obra original. En parte más de lo mismo, en parte reinvención, lo cierto es que el nuevo enfoque de esta versión aporta algo de frescura a una historia que, desde Lo que el viento se llevó (1950), ya hemos visto miles de veces.