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Campeón contra campeona

Cartell promocional, amb Déja J. Bowens i Malcolm Kamulete.

Cartel promocional, con Déja J. Bowens y Malcolm Kamulete. - NETFLIX

Publicado por
M.M. NOVAU

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Los dramas musicales suelen centrarse en la vida de los propios artistas que los protagonizan, desde sus orígenes –más o menos sencillos– hasta sus trayectorias –más o menos convulsas–, pero en esta ocasión la escritora Candice Carty-Williams (Queenie, Portrait Artist of the Year) da un golpe en la mesa y coloca el foco principal alejado de la estrella. Concretamente, nos trasladamos a la escena del rap, en la que un exconvicto llamado Bosco Champion (Malcolm Kamulete) ha logrado triunfar mientras que su hermana pequeña, Vita (Déja J. Bowens), vive a la sombra de su éxito y se limita a ser su asistente personal no remunerada –incluso se rumorea que es ella misma la encargada de escribir los compases de Bosco–. Similar en su concepto a Neon (2023), aquí el conflicto familiar se dilata y sirve como eje central para conducir la narración del ascenso de Vita. Cuestiones como el sexismo en la industria musical y el sentido de la tradición en el seno del clan Champion, vuelven a poner en entredicho la igualdad de oportunidades por razón de género en un mundo tan complicado –y machista– como son las culturas urbanas.

La ambientación de un sector comercial tan traicionero como este se logra de forma tan solvente que rememora las mismas artimañas con las que se enfrentó Jimmy Cliff hace 50 años para alcanzar los cielos en la película musical jamaicana The Harder They Come (1972), aunque ahora trasladadas contra las figuras de Bosco y Vita. Por otro lado, gran parte del mérito de este drama recae sobre Aria (Nadine Marshall), la matriarca de los Champion, quien alterna la modestia y la solidaridad con el rencor por el sentido de independencia –y presunta deslealtad hacia su hermano mayor– de su hija Vita. Carty-Williams nos sumerge con su pluma a través de ocho capítulos en un crudo y sonoro realismo, tanto exógeno –la industria musical– como endógeno –la envidia fraternal, la jerarquía familiar y sus conservadoras normas–, conduciéndonos a descubrir cuál es el precio que debe pagar una joven afroamericana en su carrera hacia el éxito, en el que el talento solo es la punta del iceberg y cuando todo se resume en un duelo entre campeones. Y como cualquier show del género, la banda sonora –con composiciones originales, algunas de ellas éxitos certificados de Ghetts y Ray BLK– hará las delicias de los aficionados al rap y al hip hop desde el primer episodio.

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