El abismo del liderazgo
(*) doctoranda en educación superior. Consultora en liderazgo ejecutivo y desarrollo del talento. CEO de Ingenio, Leadership school y de la startup Executive HR Talent.
Hace algunos años, con un grupo de amigos hicimos una inmersión en Tossa de Mar, que cuenta con un rico fondo marino con abundante vida y coral.Íbamos buceando a 25-30 metros, disfrutando tranquilamente del espectacular paisaje submarino, y de repente “desapareció el fondo”. No había suelo, ni se veía el final. Un corte súbito, abrupto en la piedra del suelo, marcaba “el abismo” de unos quince metros de ancho hasta encontrar el otro extremo.Todavía recuerdo la sensación que viví, la adrenalina de superar un nuevo reto, de vencer repentinas dificultades y de enfrentarse a lo desconocido.. Apasionante.Todos atravesaron rápidamente el tramo, huyendo del abismo. ¡Yo no! Me quedé un buen rato sujeta al quiebro del suelo para observarlo y vivir esa sensación plenamente, con total consciencia del momento, disfrutando de su esencia, de sentir que no sé nada, empapando mi mente con ella. Tal fue la intensidad que todavía hoy la recuerdo y no creo que nunca la olvide.Luego, con rapidez, atravesé el abismo, sin distracciones, para evitar el peligro de ser absorbida por este.Eso es la vida, y aún más, esos son los momentos a los que todo/a líder se enfrenta cada día con más frecuencia: el abismo del liderazgo. Son situaciones complejas, difíciles de resolver, con altos riesgos, responsabilidad y elevada incertidumbre.¿Les suena?Ante ello, y siempre que se tenga consciencia de la existencia del problema, existen cuatro tipos de reacción:–Parálisis, quedarse bloqueado ante la situación, sensación de que nos supera y no sabemos qué hacer.–Indiferencia, dejar que el problema pase y “se resuelva por sí solo”, muy conocida como la técnica del avestruz que esconde la cabeza en la tierra pensando que, si él no lo ve, el problema no existe.–Huida, salir corriendo, evadir el problema o “delegarlo”, por decirlo suave, en otra persona. Este perfil y el de parálisis no asumen su responsabilidad como líderes. La evaden o la delegan en otros.–Finalmente, la más difícil, la que construye un ADN estimulado de aprendizaje continuo, es la de hacerle frente, luchar, buscar información, apoyos, profundizar y analizar bien el problema e intentar resolverlo, asumiendo el riesgo y la responsabilidad de equivocarse.En cada uno de los 4 estilos encontraremos 4 perfiles de líder diferentes, que se desarrollarán de forma diferente y que, asimismo, construirán equipos y organizaciones diferentes con culturas corporativas y conductas afines a su estilo.Algunos equipos tendrán la suerte de contar con un liderazgo del tipo cuatro y vivir plenamente su profesión, asumiendo retos y superándolos o equivocándose como equipo, aprendiendo cada día más, forjando un ADN que no pasará por encima del abismo, sino que entenderá que este es parte de su cometido, de su día a día, como cualquier otro elemento de gestión, y disfrutará de su incertidumbre, observándolo, analizándolo y buscando la mejor solución para seguir avanzando.Estos son los líderes que hacen historia, incluso héroes, en menor o mayor medida, capaces de cambiar las cosas y crear otros líderes, que suman, aportan y construyen organizaciones sólidas que perseveran en el tiempo. De los que nos dejan legado y de los que debemos aprender.¿Se identifican? ¿Tienen a alguien así en sus equipos? En caso afirmativo, cuentan con la madera, el linaje necesario para construir una cultura para el crecimiento, la superación, el aprendizaje y la innovación continua, sin temor a ser pioneros, a crear camino, a hacer historia.