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Charlie Vickers (Halbrand/Sauron) en un cartel promocional. - AMAZON PRIME VIDEO

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Soy de quienes considera que la primera entrega fue atacada en exceso, aunque tampoco comparto la defensa a ultranza de cierto sector de fans de Tolkien. Comprendo la decepción de muchos al comprobar que un entramado de historias que se desarrollaban a paso de hobbit terminaron sin llegar a ningún puerto. Pero, como decía el creador de la Tierra Media en uno de los poemas que se encuentran en su obra, “no todo los que vagan están perdidos”. Situada en la Segunda Edad de la Tierra Media y precuela de la trilogía de El Señor de los Anillos, la segunda parte de Los anillos de poder es la viva prueba de ello. Ahora el guion es más oscuro –lo que paradójicamente le hace brillar con más fuerza– y todavía más valiente que su predecesor. Sigue sin llegar a la calidad que encumbró a la saga literaria, pero se ha resuelto el exceso de personajes eliminándolos de un plumazo y se ha pasado también una necesaria tijera por las subtramas. En esta ocasión, nos rencontramos con Elrond (Robert Aramayo) y Galadriel (Morfydd Clark) ante la encrucijada de qué hacer con los anillos forjados en el final de la primera temporada. Por otro lado, el Príncipe Durin (Owain Arthur) y la Princesa Disa (Sophia Nomvete) abrazan con esperanza para su reino el obsequio de siete anillos enanos, mientras que Harfoot Nori (Markella Kavenagh) y El Extraño (Daniel Weyman) son acercados al eje central de la narración en el desierto de Rhûn bajo la amenaza de Sauron (Charlie Vickers), quien sin lugar a dudas ocupa el papel de estrella revelación en el show. El dúo de showrunners conformado por John D. Payne y Patrick McKay (Escape, Flash Gordon) ha regresado con la clara intención de mejorar la apuesta más ambiciosa –y costosa– de Amazon para el mundo del streaming, y en gran medida lo ha conseguido. Quizás, para quienes no estén acostumbrados al tono de fábula fantástica que envuelve la obra de Tolkien, la rocambolesca escenografía les pueda resultar algo extraña, pero esta vez los seguidores de El Señor de los Anillos lo tendrán más difícil para no reconocer el mérito de este tributo a una de sus obras favoritas. Sin llegar a superar en prestigio a otros dramas serializados similares como Juego de Tronos (2011) o La Casa del Dragón (2022), al menos de momento, es una buena ocasión para que aquellos que la abandonaron en su primera temporada le brinden una segunda oportunidad. Los guionistas no estaban perdidos.

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