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Andrea Whitford (Leah Purcell) en el cartel promocional de la serie. - MOVISTAR PLUS+

Publicado por
M.M. NOVAU

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Mezclar géneros como el thriller policíaco y el realismo mágico puede suponer una apuesta arriesgada, pero esta cocreación australiana de Marcia Gardner (Stingers, Prisión Wentworth) y John Ridley (12 años de esclavitud, American Crime) para la BBC One supera el aprobado con una trama que, más que por su originalidad, destaca por el encanto de su escenografía. Ambientada en los Alpes de Australia, una exuberante zona que históricamente ha pasado muy desapercibida para la ficción audiovisual, la historia sigue a la agente Andrea Whitford (Leah Purcell) en su traslado a la localidad de Brokenridge con su pareja, Helen (Sara Wiseman), y su hija adolescente, Kirra (Pez Warner), para sustituir a Sam Dyson (Ian McElhinney) en su cargo como sargento. El idílico paisaje al que llegan, compuesto de majestuosas montañas, valles, ríos y arroyos, se ve salpicado por la desaparición de varias personas junto a la proliferación de otros tantos cadáveres. Mientras que Withford lo considera un patrón, Dyson lo tilda de “un hecho de la vida”. Mientras que otros shows del estilo estirarían los diálogos para alargar el metraje, aquí el suspense y la tensión se ven empujados por la compactación de su guion, firmado por Beck Cole (Deadloch, We Are Still Here). Pero ir al grano también tiene un coste: sacrificar el profundizar en personajes que podrían haber dado mucho más juego, como es el caso de la aborigen Gladys Cooper (Trisha Morton-Thomas), nexo entre el pasado urbanita de Whitford y la magia que esconde su nuevo entorno forestal, y jugar la carta de hacer sostener toda la intrincada trama a espaldas de la protagonista. Aunque pocas críticas pueden hacerse a la interpretación de Purcell (La leyenda de Molly Johnson, Redfern Now), si por algo derrapa el resultado final del show es porque muchos de los cabos que se van dejando sueltos nunca llegan a atarse. Así pues, aquellos espectadores que disfruten de tratar de averiguar la identidad del criminal antes del final de la cinta, deberán dejar atrás el sentido estricto de la lógica para hacer un ejercicio más próximo a la imaginación. Personajes como Damien (Henry Nixon), un exprofesor que afirma tener poderes psíquicos, son un ejemplo de ello. Ese es, efectivamente, el precio de conjugar el realismo mágico con el thriller de investigación: el ecosistema en el que se desarrollan los crímenes acaba convirtiéndose en el verdadero protagonista de la función.

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