CRÍTICADECINE
Un antihéroe anda suelto
Pese a que Tom Cruise ya ha alcanzado cierta madurez, nada le hace renunciar a papeles en los que lo físico impera, como en esta segunda entrega del ex militar Jack Reacher, que sigue batiéndose el cobre con casi todos los malos que le salen al paso -que no son pocos- saltando y magullándose por los tejados de Nueva Orleans, y dejándose el aliento en carreras y persecuciones constantes. Ese Jack Reacher que interpreta con claves de antihéroe, con personales códigos éticos, con métodos discutibles y problemática presencia, con desapego social y sin dar muestras de afecto pese a demostrar con hechos proteccionistas su instinto, afrontando sin dudar las amenazas de cualquier psicópata, se encuentra en las antípodas del espía Ethan Hunt, protagonista de las cinco entregas de Misión imposible, fino estilista que asume complejos riesgos casi irrealizables, que da la vuelta al mundo en una sola película, y que se enfrenta a malvados de división de honor. El Cruise de Jack Reacher: Nunca vuelvas atrás parte de un hecho moral, la ayuda a una amiga militar en apuros, y en proteger a una supuesta hija, y de carambola, entrar en una espiral de corrupción militar. Ya desde la primera escena se adivina la naturaleza del antihéroe, desenmascarando a agentes de la ley que trafican con ilegales. Él es un justiciero que va por libre. Pero por mucho que se esmere Edward Zwick, director de películas como Tiempos de gloria, El último samurai o Diamante de sangre, poniendo al servicio de Cruise escenas violentas hasta el agobio y honor saliéndole por los poros, la película no pasa de ser un añejo ejercicio de cine de acción, rutinario, y de poca, muy poca originalidad.