Lo que cabe en una maleta

De esa mixtura entre la atmósfera victoriana y el universo gótico que J.K. Rowling iba dejando destilar con inagotable imaginación en la saga Harry Potter, hechizando a millones de seguidores en cada entrega ya sea literaria o cinematográfica, a la escritora le han quedado posos, y Animales fantásticos y dónde encontrarlos es prueba de ello, aunque a falta de una sólida estructura narrativa, se haya tenido que echar mano de un diseño de producción y unos efectos especiales espectaculares, dejando para el recuerdo, aquellas películas desarrolladas con mucha más mano artesana que destreza digital. La historia nos traslada al Nueva York de la década de los veinte donde un ex alumno de Hogwarts, Newt Scamander, llegará en un momento en que una negra fuerza sobrehumana alcanzará su mayor auge destructivo. Fuerza que a su vez es víctima de un trato infame y una incomprensión latente, y de planes del personaje oscuro que no ha de faltar para propiciar el caos. Scamander irá conociendo a personas cercanas al mundo de la magia y sociedades secretas, junto a otros metidos en la aventura por casualidad, a la par que irá perdiendo por el camino, extraños especímenes que habitan en un universo que cabe en una maleta de la que no se separa este brujo con cara triste y lánguida que pervive en la desalentada figura del actor Eddie Redmayne. Tras ese alarde de técnica existe una sensación de avance monótono en la historia, decayendo el factor sorpresa incluso en el cameo de Johnny Depp, debiendo la galería de seres fantásticos levantar la función, sobre todo una pequeña criatura cleptómana y divertida que sobresale por encima de bichos y hombres.