CRÍTICADECINE
La vida alrededor
Hay películas que pasan bastante desapercibidas, ocultas tras estrenos mediáticos, y merecen mejor atención ya que en lo que expresan y desarrollan hay ese hilo sincero que comunica con el espectador desde la sencillez, desde la vida misma, con personajes tan reales que se pueden cruzar contigo de camino a casa. María (y los demás), primer largometraje de Nely Reguera, se presenta como una película pequeña que se hace grande a cada paso, en parte por un reparto impecable, en el que la hispano-argentina Bárbara Lennie otorga veracidad a su personaje, pone en cada momento un cerco de contención en su búsqueda personal, en la disección del retrato familiar donde con extrema naturalidad afloran sentimientos contradictorios, nuevas situaciones e incapacidad para afrontarlas; en su relación sentimental, donde no se ubica; con sus amigas que no le proporcionan seguridad, o en sus poco atrevidas aspiraciones literarias. María es una mujer fragmentada, pero no es una mujer con inclinación dramática, vive los problemas y los sufre pero no encierra en ningún momento sus sueños y sus anhelos. Cuidar de un padre viudo que ahora va a casarse de nuevo, rompiendo la dependencia de este con María, que con penetrante mirada no llega a aceptar a la nueva esposa; esos hermanos con los que nunca se entiende; ese trabajo editorial que no le asegura la publicación de su propia novela; ese amante que separa vida familiar y deseo, y ella misma, con sus sentimientos encontrados, esos que hay que dejar pasar para ser uno mismo. En María (y los demás) hay franqueza, repito, gracias a una Bárbara Lennie que la muestra con enorme calidad interpretativa.