CRÍTICADECINE
Cosas de familia
Resulta inevitable encontrar un punto de partida en esta película que no recuerde a otra conocida por todos, aquella Adivina quien viene esta noche de Stanley Kramer con el blanquísimo pero liberal matrimonio compuesto por Spencer Tracy y Katharine Hepburn esperando la llegada a casa de su hija acompañada por su novio negro, Sidney Poitier. Aquella era una película de los 60, tiempos revueltos en una América racista, tan extraordinariamente expuesta en el reciente documental No soy tu negro de Raoul Peck, donde el escritor afroamericano James Baldwin muestra los líderes asesinados, las injusticias y la perversa política americana sobre el tema racial. En Déjame entrar se mueven las mismas coordenadas iniciales, una joven blanca llevará a presentar a su pareja de raza negra a sus padres, en un lugar idílico, con familia de aire abierto, tolerante, admiradores de Obama, cargada de gentileza y comprensión. La gracia está en cómo el realizador Jordan Peele derriba esta pura apariencia para desatar un film delirante, que angustia por el hecho de asistir a la falsedad y a la maldad, terrenos naturales del thriller, en forma de psicoanálisis surrealista, en un escenario donde los criados negros son extremadamente extraños, la comunidad blanca luce apariencia sectaria, y todo adquiere carácter de pesadilla, de giros que incluso llevan a parcelas de humor que se congelan con otras escenas alucinatorias y crueles. Déjame salir no traspasa el territorio del miedo sin más, sino que responde a una inteligente crítica a una sociedad americana que esconde tras una apariencia de normalidad, sus mayores traumas, así como sus fobias mal resueltas.