CRÍTICADECINE
Las chicas son guerreras
La israelí Gal Gadot vista por ejemplo en la comedia Espiando a los vecinos junto a Jon Hamm (Mad Men) logra convertirse –y él también– en objetos del deseo tan solo con su magnética presencia. Lo bueno de Gal Gadot es que representa a la perfección a una heroína de cómic clásico como es la Mujer Maravilla creada por William Moulton Marston en 1941 para la editorial DC, que tiene entre sus filas a personajes tan populares como Superman o Batman. De este modo, la realizadora Patty Jenkins saca un partido enorme a la actriz, arropada por una historia que se desmarca de la sempiterna crónica de superhéroes que dejan ciudades –principalmente americanas– prácticamente en ruinas en su contradictoria voluntad de salvar a sus habitantes. La que posteriormente se convertirá en Wonder Woman es Diana, una princesa amazona en estado de aprendizaje en una isla alejada de los hombres y de Hades, el dios de la guerra, generador del mal que hacen los hombres. Un piloto y espía inglés aterrizará en su vida y todo dará un giro total. La intrépida guerrera, a la vez que inicia un romance con el sacrificado chico de la película, entra de lleno en la guerra de trincheras de la Primera Guerra Mundial, con la decidida intención de acabar con los planes de un pérfido general alemán y con el terrible experimento de una científica con velados rasgos de Elena Anaya, y de paso, dar con el poderoso Hades y batirse el cobre con él. Se le podrían buscar claves feministas a la película, así como sentencias sobre la malignidad del hombre, pese a que Wonder Woman, es ante todo un espectáculo –pese a su fallero tramo final– que aporta frescura al universo de los superhéroes.