CRÍTICADECINE
Tiempos de amor y guerra
Lucharemos en las playas, lucharemos en los aeródromos, lucharemos en los campos y en las calles, lucharemos en las colinas, no nos rendiremos jamás. Este fue parte del histórico discurso que ofreció Winston Churchill a la población británica el 4 de junio de 1940, cuando Londres era severamente bombardeada por la aviación alemana, cuando la moral era frágil.
Ese golpe de aire patriótico hizo que los ingleses salieran cada mañana a trabajar entre las ruinas pero el ministerio de Información necesitaba más, tocar la fibra y el fervor patrio hasta la emoción.
La directora Lone Scherfig desarrolla con este hilo conductor una historia romántica con toques de comedia y porciones agridulces en torno a una joven galesa que se convierte en guionista de una película de propaganda basada en la heroicidad de dos hermanas gemelas que supuestamente fueron a recoger soldados atorados en las playas de Dunquerque con un pequeño barco de pesca.
Hay mucho de justa reivindicación femenina en este film, de amor y desamor, de mujeres que se esfuerzan en un mundo de hombres, que reivindican sus derechos ya sea a través de una máquina de escribir o conmoviendo al espectador.
Esa película destinada a inyectar patriotismo por la vena camina paralela a la que protagonizan los que la crean, los que están detrás o frente a las cámaras. Su mejor historia logra su cometido y demuestra la poderosa capacidad del cine británico a la hora de recrear un tiempo pasado.
Pero todo esto habría quedado bastante más insulso sin el gran Bill Nighy, un actor dentro de otro actor con los tics de un divo sobreviviendo en los malos tiempos. Por él la película ya vale la pena.