CRÍTICADECINE
Una gloriosa derrota
Hasta ahora, para entender la histórica retirada de más de 300.000 hombres de las playas de Dunkerque durante la II Guerra Mundial, había que recurrir al magnífico libro del historiador inglés Richard Collier Las arenas de Dunkerque. Pero quedar petrificado ante tan dantesca visión, ante tal inmersión en el miedo verdadero, eso es pura maestría cinematográfica del realizador Christopher Nolan que, con Dunkerque devuelve a la memoria aquella terrible evacuación de tropas británicas y francesas cercadas, aprisionadas en las playas, esperando el milagro que los devuelva a casa, a muy pocas millas de distancia, pero paradójicamente, tan lejos. Eran seres humanos acorralados por la indefensión, a merced de un enemigo que, pese a todo, podía haber hecho una tragedia aún mayor de lo que fue. Con el mínimo diálogo necesario, con una magnífica y persistente banda sonora que congela la sangre, asistimos a la más descarnada cara de la guerra, a ese casi imposible traslado de hombres escupidos a las costas que no se quitan ni un momento la sensación de total desasosiego, de saber, aterrorizados, que pueden morir en cualquier momento bajo el asedio de los aviones alemanes que los barre como si de hormigas se tratase o de submarinos que los destroza cuando ya se encontraban en mar abierto. Dunkerque, con toda su carga bélica, es una de las películas más antibelicistas de la historia del cine y descarnadamente realista. Nolan no se olvida de los héroes anónimos, como el aviador solitario peleando en clara desventaja; los marinos civiles en busca de su gente en sus cáscaras de nuez; la serenidad del oficial en medio del caos, y el no menos heroico instinto de supervivencia de un joven soldado que ha sido tiroteado, torpedeado y bombardeado en cuestión de horas. En Dunkerque están todas y cada una de las virtudes y taras del hombre en sus ansias de vivir dentro de aquella terrible derrota que la historia transformó en gloriosa, pero que deja terrosa sensación de gran tragedia, de pavorosa pesadumbre.