CRÍTICADECINE
Sé quién ha sido
Aparte de una jugosa y extensa literatura que ha devorado hasta el que dice no haberlo hecho, las historias de Agatha Christie, en ese enrevesamiento de lógica y deducción de todos son sospechosos de cada asesinato que novela tras novela se revela, ha sido material de primera para el cine –sin contar la televisión– y Diez negritos, Muerte en el Nilo o Asesinato en el Orient Express, en cada adaptación atestada de estrellas, lo demuestra. Muchos de los casos por resolver estaban minuciosamente estudiados por Hércules Poirot, ese detective belga de acicalado bigote, pulcros modales e intuición y perspicacia visionaria que desmembraba teorías y diseccionaba sospechas más allá del recelo siempre presente hacia el mayordomo. En esta nueva revisión de Asesinato en el Orient Express, cuyo título dice mucho –primero que hay un asesinato y segundo, que en aquel lujoso tren que recorría ciudades míticas era donde se perpetraba–, el que tiene el honor de convertirse en Poirot es el mismo que dirige la película, un Kenneth Brannagh más que correcto pese a no tener el inolvidable carisma de Albert Finney en la versión firmada nada más y nada menos que por Sidney Lumet. Brannagh se rodea también de estrellas, unas más relucientes que otras, como la inalcanzable Michelle Pfeiffer o la impecable Judi Dench, pero otras languidecen sin tener mayor gloria que la de salir en la película. Aquí hay más riqueza visual, más continente, más acción, pero su antecesora, que tal vez tenía menos ornamento, a parte de nombres como Ingrid Bergman, Lauren Bacall, Richard Widmark, Sean Connery y muchos otros, poseía mayor ironía, más juego actoral y claro, mucho más contenido.
ASESINATO EN EL ORIENT EXPRESS Dir: Kenneth Brannagh. Int: K. Brannagh, Johnny, Depp, Michelle Pfeiffer. Cines: JCA Alpicat, Urgellenc (Tàrrega). ★★★✩✩