Cosas de familia

Está claro que la base en la que se edifica esta película de superhéroe afro radica en el conflicto familiar, en un hecho determinante que resquebraja la integridad de una familia monárquica en un país con empeño de ser legendario, Wakanda, donde tras el desierto africano se edifica escondido el progreso más sofisticado y su secreto a voces, el vibranium, material que los convierte en los amos del mundo, en caso de que aspirasen a serlo. Black Panther prioriza el duelo consanguíneo y lo adorna con viajes astrales, guerreras fieles, hechicero con sentimiento de culpa y decorados que parecen estar diseñados por el interiorista de Dennis Rodman. Lo que resulta más atrayente de todo ya no es ese cacareado giro al superhéroe blanco en un mundo de blancos sino en que el susodicho Black Panther, rey bisoño de ese país oculto, carece de poderes propios. Todo le viene prestado, desde su fuerza nacida de una hierba mágica, como pócima similar a la que prepara el druida Panoramix, hasta un traje especial revestido de vibranium confeccionado por el descollante cerebro de su hermanita. Sin eso, Black Panther lo pasa mal, sobre todo con el primo que tiene, un resentido visceral con malas ideas. Si se quiere se pueden buscar claves de corte racial con alma de discurso a lo Malcolm X, pero siendo esta una película de acción y superhéroes, todo resulta bisoño. También creer que esta película en plena era Trump siente como una patada en los mismísimos es un razonamiento inane. Lo cierto es que este personaje nació en un cómic de los 60, y que se adapte al cine es, más que nada, porque la Marvel tiene un espléndido cajón de sastre y una nada disimulada ambición taquillera.

BLACK PANTHER Direcció: Ryan Coogler. Intèrprets: Chadwick Boseman, Lupita Niong'o, Michael B. Jordan. Cine: JCA Alpicat. ★★★✩✩