CRÍTICADECINE
Cuchillas sobre el hielo
Algo tan elegante como el patinaje artístico se convierte aquí en un entramado caricaturesco y feroz sobre un escándalo histórico en el deporte americano –no ha sido el único–, que llevó a la patinadora Tonya Harding, de un futuro brillante, de ser la única mujer capaz de hacer triples en el aire, de conocer la gloria olímpica..., a ver sus sueños destruidos, a formar parte de la crónica más negra, a estar involucrada en el brutal ataque a una competidora pensado por unos verdaderos idiotas que deberían formar parte de la galería de grandes patosos cinematográficos. Yo, Tonya funciona desde la originalidad, no se queda en contar un jugoso suceso que centró la atención de todo un país, sino que avanza de modo biográfico sobre una vida maltratada, golpeada, tan cercana a la tragedia que no extraña su descenso a los infiernos, con un marido malsano y una madre tan infame y tan desleal que magnetiza, no por menos Allison Janney se llevó el pasado domingo un Oscar por tan magnífica interpretación. Otra característica en esta superlativa película es que se mueve dentro del falso documental con soltura, entre una voz en off que hurga entre las imágenes y unos protagonistas que miran y hablan a la cámara, siguiendo la estela de lo que, por ejemplo, hacía otro gran malo como Kevin Spacey en House of cards. Sin olvidar una banda sonora que se entremezcla con la historia magistralmente. Si ya pudimos ver la dureza helada en el documental sobre la invencible selección rusa de hockey en la cinta Red Army, aquí, entre competiciones, frustraciones, peleas, traiciones y malas jugadas, todo adquiere un tono verdadero, cortante, tanto como el filo de las cuchillas sobre el hielo.
YO, TONYA Direcció: Craig Gillespie. Int.: Margot Robbie, Allison Janney, Sebastian Stan. Cine: Screenbox Funatic, JCA Alpicat. ★★★★✩