El sacrificio eterno

Cuando la Semana Santa se ha convertido ya en poco más que una escapada aprovechando estos cristianos días festivos y cuando solo algunas fervorosas procesiones televisadas nos la recuerdan es cuando aparece en la memoria aquella Semana Santa en blanco y negro, con la televisión de dos canales hipotecada por misas y saetas, películas temáticas de las que algunas confieso sigo siendo fiel seguidor, como Los diez mandamientos, Ben Hur o Quo Vadis, y calles de capital de provincia tan desiertas y mustias como el recuerdo de todo lo que se montaba alrededor de un eterno sacrificio. Todo es respetable, sin duda, pero yo entono el mea culpa por el hecho de ver con ojos de niño abrumado aquella devoción con cadenas hacia un ser divino sangrante y sufriente clavado a un madero. Por estos días se encuentra en la cartelera otra revisión bíblica sobre un personaje próximo a Jesús, María Magdalena. Una María Magdalena de Garth Davis que aboga por dar una vuelta de tuerca a lo que de todos se cree sabido. Sobre una mujer bastante licenciosa que, sin embargo, vio la luz y se redimió y que la historia cristiana siempre ha relegado a un oscuro rincón de la fe. Aquí, dejando atrás a su tosca familia y acompañando como un apóstol más al hacedor de milagros por caminos y templos farisaicos a su calvario, muerte y resurrección, y esto, evidentemente, ustedes saben que no es un spoiler. Rooney Mara atrapa con esa mirada limpia y aguanta estoicamente un ritmo de película severo, mientras que a Joaquin Phoenix le da una sobredosis de mesianismo. El resultado es el de una revisión árida, lenta y tan triste como aquella Semana Santa de mi niñez. Y que Dios me perdone.

MARÍA MAGDALENA Dirección: Garth Davis. Intérpretes: Rooney Mara, Joaquin Phoenix, Tahar Rahim. Cines: JCA Alpicat, Rambla. ★★★☆☆