Ver volar una mosca

Cuando se trata de un atraco perfecto, uno se imagina a ladrones de guante blanco, cerebros superdotados que se decantan hacia el lado malvado, aunque sería bueno pensar que se lo toman como una gratificación por lo bonito y trabajado que ha sido ese golpe maestro. Y hemos visto robos de todo tipo –el cine rebosa de ellos–, clásicos y refinados con vocación de perdurar en la memoria y otros rebuscados pero lastimosamente chuscos en definición. Juego de ladrones: El atraco perfecto no ofrece nada nuevo, pero hay que reconocerle en su extenso metraje, ya no en el método, sino a lo que se atreve. Se permite planificar en servilletas de papel de bar, se va por las ramas para acercarnos a la radiografía del atracador y del policía, manteniendo un tour de force entre ambos que casi los hermana, y jugando a retarse como en aquella Heat, de Michael Mann, salvando las distancia que existe entre los protagonistas de una y otra película. Los malos son como “la cuadrilla de los once” a lo bestia, no lucen traje, son puro músculo y venas hinchadas en acción, expeditivos y cargados de testosterona a flor de piel tatuada, y los que colocamos como buenos, los polis, se las dan de más duros aún si cabe y más rejodidos que sus antagonistas. El atraco es casi una excusa para liar una de tiros que ni te cuento para poner en acción a machotes hasta las cejas de anabolizantes y para ver de nuevo a un Gerard Butler con desastrosa vida familiar y aire de outsider con placa. Incluso hay giros argumentales que se liquidan en un suspiro. ¿Que si te lo pasas bien viéndola? Pues a ratos. Pero es que uno se entretiene hasta con ver volar una mosca. Al menos eso me decía mi madre.

JUEGO DE LADRONES Dir.: Christian Gudegast.: Intérpretes: Gerard Butler, Pablo Schreiber, O’Shea Jackson Jr. Cine: JCA Alpicat.