CRÍTICADECINE
La maldad transitoria
Reflejando una situación derivada de la edad, de su consiguiente crisis y del hecho de aceptarlo o, por el contrario, tener al mundo como enemigo y responsable de lo que sucede cuando llega el otoño de la existencia, los hermanos David y Stéphane Foenkinos ofrecen con visos de comedia esta historia sobre una mujer que no puede llevar peor ese tránsito, convirtiéndose en una malvada de manual capaz de putear a propios y a extraños de las formas más diversas. Lo curioso es que tal vez la palabra celos no es la más apropiada, porque lo que le sucede al personaje entrado en los 50 es que emocionalmente es un desastre, y ese conflicto interior da como resultado actos irreflexivos, unos de pura envidia profesional ante una joven compañera de trabajo, otros de no aceptar la felicidad de los otros, como le sucede con su expareja, sin dejar exentos de ese descontento ni a su mejor amiga ni a un posible romance, y mucho menos a su adolescente hija a la que da una de cal y otra de arena. Por lo tanto, la cosa deviene como un vacío afectivo que la convierte en una mala persona aun sin ser totalmente consciente del mal karma que ejerce. Algo celosa, que tiene en su protagonista Karin Viard su mejor baza –ya que la actriz maneja perfectamente el tiempo de fastidiarlo todo con sus mal aceptadas soledades–, es una película que después de vindicar la acidez como elemento básico, acaba por abrazar la comercialidad, entrando en el discurso del perdón, de la ternura, para que aquella mítica frase de aquella mala con estilo que fue Mae West no tenga cabida, y eso que era toda una declaración de principios: “Cuando soy buena soy muy buena, pero cuando soy mala, soy mejor”.
ALGO CELOSA Dirección: David y Stéphane Foenkinos. Intérpretes: Karin Viard, Marie-Julie Baup. Cine: Screenbox Funatic. ★★★☆☆