Reivindicando derechos

Hay tantas cosas en este mundo que resultan inverosímiles, tan cargadas de discurso retrógrado, que siguen sorprendiendo. Hechos históricos en torno a la mujer, a sus derechos, que dan vergüenza, como que un país como Suiza, enclavado en el corazón de lo que llamamos primer mundo, con sus paisajes de cuento, su potente economía y donde uno se imaginaba que las libertades estaban a décadas por delante de las nuestras, la mujer no pudo votar hasta 1971. El sufragio femenino estaba vetado por ese “derecho divino” que, más allá de la cocina, de atender a los hijos y de complacer a todos menos a sí misma, era ilegal incluso trabajar sin el permiso del marido. La directora Petra Biondina Volpe crea un micromundo, un pequeño pueblo impermeable donde todo transcurre con tan reaccionarias ideas, donde las manifestaciones reclamando cambios en las leyes, la igualdad e incluso la libertad sexual no llegan. Es un tema serio, pero la directora reviste esta película de un halo de comedia amable sin dejar por ello de meter el dedo en la llaga, de remover la conciencia a través de una mujer encerrada en esa caja sin respiraderos, querida por la comunidad por su docilidad, y que dará un giro de 360 grados cuando ella misma se convierta en una líder que intentará cambiar las casposas ideas que imperan, apoyada por otras mujeres que son transgresoras desde una frágil pero persistente resistencia, y que acaba por ponerlo todo del revés. El orden divino gustará por su mensaje sencillo. No entra en disquisiciones filosóficas. Es simplemente una mirada lógica a lo que debería ser lógico, y que hace suya una frase de la gran Clara Campoamor: “La libertad se aprende ejerciéndola”.

EL ORDEN DIVINO Dirección: Petra B. Volpe. Int.: Marie Leuenberger, Maximilian Simonischek, Rachel Braunschweig.: Cine: Screenbox Funatic. ★★★★☆