CRÍTICADECINE
Donde habitan los demonios
Sentir terror, del de sustos para camuflar que el argumento es poca cosa, o mostrando un aniquilador inmortal que propicia secuelas y secuelas liquidándose un buen número de jovencitos excursionistas. Nos hemos alimentado de ese miedo muchos años, incluso hemos visto zombis renqueantes o a la carrera soltando dentelladas por doquier. Todo eso nos ha agitado la adrenalina. Pero existe otro miedo, casi intangible, enraizado en la comunidad, que parte de la más absoluta normalidad para ir dominando el ambiente, para ir cercando a familias convirtiéndolas en malditas. No hay peor temor que el que parte de la cotidianeidad y esa fórmula la trabaja a conciencia Ari Aster, promoviendo una historia familiar en el momento del fallecimiento de la matriarca, una abuela que deja como herencia aristas sueltas para un oscuro presente. Hereditary mantiene en todo momento una atmósfera amenazadora de ultratumba, se maneja en sucesivos actos que desconciertan a la hora de encajar detalles a medida que la tragedia se cierne sobre cada uno de los miembros del clan familiar, sobre todo en esa madre dual encarnada por una Toni Collette extraordinaria que marca con sus expresiones los cambios que se producen, desde la calma más absoluta al paroxismo que alcanza la película conforme su tejido queda dominado por situaciones límite. Y en un alarde de técnica, Ari Aster desvela misterios a escala entre los diagramas que crea esta madre y la casa en sus dimensiones reales. Como El quimérico inquilino o La semilla del diablo, Hereditary se instala en el lado más perturbador, ese que establece que detrás de la normalidad reinan los demonios.
HEREDITARY Dirección: Ari Aster. Intérpretes: Toni Collette, Gabriel Byrne, Alex Wolff. Cines: JCA Alpicat, Urgellenc (Tàrrega). ★★★★☆