LA CRÍTICA DE JUAN FERRER
CRÍTICA. Retrato de familia
Cines: Screenbox Funatic.
Director: Michael Haneke. Intérpretes: Isabelle Huppert, Jean-Louis Trintignant, Mathieu Kassovitz. Castellano.
Este director es un arquitecto de lo siniestro, aunque a simple vista todo transcurra dentro de la naturalidad. Lo que resulta oscuro y malicioso es lo que fluye bajo esa capa invisible, y Happy End, su último trabajo, no está exento de esos mecanismos de desasosiego que se van construyendo escena tras escena. Michael Haneke traza en este film un retrato de familia sin virtudes, sin conexión anímica, retorcidos en su inexistente vínculo afectivo o lo que podríamos llamar una rica familia disfuncional. Se mueven entre secretos y mentiras, no hay arraigo ni interés del uno por el otro, todo es frío, sin emociones aún en la peor de las situaciones. Por ello, que este creador de pesadillas cotidianas titule a su película Happy End, sabe a broma macabra, a travesura de las suyas.
Las distintas parcelas en las que transcurre esta historia que hace de la hipocresía un invitado que todo lo ve y todo lo cuenta, se mueve entre mensajes calenturientos entre amantes secretos, en un matrimonio en el que uno de ellos ha decidido no querer al otro, en un juego de intereses y apariencias entre un clan que se mueve en el mundo de los negocios con más cicatería que nobleza, y donde el más anciano de la familia desea no vivir más y borrarse de un asqueado círculo donde nada ni nadie le motiva. Un hombre viejo que ya tuvo su más hermosa historia en la magnífica Amor rodada por Haneke en el año 2012.
Y en ese laberinto de fastidiosos personajes se añade el hijo de la gélida mujer de negocios convertido en un inútil que rompe continuamente las reglas, rebelde y vencido. Todo ante la tristeza permanente de una niña, hija de un padre con doble moral, que tiene que habitar con todos ellos y a la que no hacen ningún favor entre tanto fingimiento. Será porque Haneke nos tiene mal acostumbrados con sus profundos estudios sobre la maldad y la condición humana en grandes trabajos como Funny Games, Caché o La cinta blanca, que este Happy End nos puede parecer una obra menor. Pero no crean, su malicioso estilo perdura.