CRÍTICADECINE
A medio camino
Tanto si es por tu vida o por salvar la de otros, los tratos con el diablo no van bien, y en cine, desde el Fausto de Murnau, lo hemos ido constatando. El pacto de David Victori, el joven cineasta que logró ganar el concurso de cortometrajes apadrinado por Ridley Scott y Michael Fassbender y que le permitió rodar la webserie Zero, se adentra en el thriller psicológico con trazos sobrenaturales y cuyo argumento se apoya en la desesperación de una mujer capaz de todo por salvar a la persona que más quiere. La idea de la pérdida, la tragedia y la perturbación por el dolor es el eje con el que trabaja esta historia que no entra plenamente en el territorio del terror, sino que lo bordea, dejando un cierto aire de sí pero no, y ese manejo de un argumento que se inicia poderosamente, turbando y creando una atmósfera que presagia un viaje a la locura, va dejando lugar a un automatismo del cual la película se resiente. Tiene David Victori mimbres suficientes para interesar, también sabe mostrar las debilidades de los personajes, consigue un ritmo tenso y moldea situaciones con eficacia, pero sin embargo existen en esta película visos de ser un producto pensado más para la taquilla que para desarrollar libremente el talento de este joven realizador. Y eso nos lleva a Belén Rueda, convertida en musa del cine de terror español, ya que tras El orfanato, su participación en el género ha sido constante con títulos como Los ojos de Julia, El cuerpo o la reciente No dormirás, y eso corrobora lo dicho, pese a que El pacto cuenta con el eficiente Darío Grandinetti demostrando oficio. Al final, la película da sensación de quedarse a medio camino entre lo que pudo ser, y lo que en realidad es.