CRÍTICADECINE
Crónica del desencanto
Cine: Screenbox Funatic.
País
: España. 2018. Dirección: Elena Trapé. Intérpretes: Alexandra Jiménez, Miki Esparbé, Isak Ferriz, Bruno Sevilla. Duración: 100 minutos. Castellano / catalán.
Las distancias es un trabajo a baja temperatura, todo es gélido en las relaciones, distante, no hay apenas reflejos de camaradería, el apego es forzado, la sorpresa que prometía ser jovial y optimista queda fragmentada, como en un reencuentro que marca más un descontento, una ruptura, que cualquier otra cosa. Comas desaparece y deja solos a sus invitados, el anfitrión huye y se pierde por las calles berlinesas dejando pasar las horas, mientras que los cuatro compañeros intentan sobrellevar la desilusión.
La realizadora catalana Elena Trapé marca perfectamente a cada personaje, a esa pareja de novios que en territorio ajeno se desenmascara; el amigo soltero en horas bajas que se queda sin brújula que lo oriente en la vida y, finalmente, a Olivia, embarazada, la amiga más íntima de Comas –excepcional Alexandra Jiménez, todo expresión y contención–, que encerrada en el piso vivirá a flor de piel esta crónica del desencanto, incluso cuando llega a la casa la pareja de Comas a recoger sus pertenencias, marcando otra crisis dentro de esa espiral de desencuentros. Las distancias es una película sincera, meticulosa, que muestra a las personas de carne y hueso y no busca ni finales felices ni historias almibaradas para complacernos. Son zarpazos de la vida real, de esa madurez que pesa y pasa dejando atrás lo que fuimos para mostrar lo que somos. Las cosas cambian, la vida cambia, nosotros cambiamos, podemos alimentarnos de la amistad, pero no soñar en la amistad que añoramos, sino vivir con lo que tenemos, porque Las distancias abren brechas inevitables en la vida propia y en la de los demás.
Ganadora en el pasado Festival de Málaga de Cine Español a la mejor película, mejor dirección y mejor actriz, Las distancias nos lleva a la edad adulta, a un vacío existencial, a la realidad aunque hiera.