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Esqueletos en el armario

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LA BUENA ESPOSA

Cines: JCA Alpicat, Screenbox Funatic.


País

: Reino Unido. 2017. Director: Björn Runge. Intérpretes: Glenn Close, Jonathan Pryce, Christian Slater. Duración: 100 minutos. Castellano y VOSE.

★★★★
Existe una popular expresión británica que reza “We all have skeletons in our closet”, que traducido viene a señalar que todos tenemos esqueletos en el armario, o lo que es lo mismo, que guardamos cosas inconfesables que vale más que no se aireen, que queden encerradas, pese a que tal vez necesitasen ser dichas como ejercicio de conciencia para sacar de las sombras y dar voz a quien no la tuvo por imperativo emocional, para que farsas y mentiras no ocupasen un lugar de simulada veracidad y, de este modo, fingir una vida dichosa encerrada en un drama que siempre será una herida no cicatrizada, un doloroso silencio construido en la mendacidad.

De eso trata La buena esposa, una película que encierra uno de esos secretos que planean en la vida de un matrimonio, secretos que no vamos a revelar porque, en definitiva, son la columna vertebral de una historia entre dos personas maduras. Él, un prestigioso escritor al que acaban de anunciar que ha ganado el Nobel de Literatura; ella, su apoyo más firme, siempre en segundo plano, eclipsada por la fama de su marido. Ella, que fue su enamorada exalumna. Ella, la que a través de flash backs observamos cómo se va convirtiendo en el alma del otro, hasta llegado el día en el que la Academia sueca reconoce al escritor Joe Castleman como el literato vivo más influyente y una de las plumas más brillantes del siglo XX.

En el viaje de la pareja a Europa, y en los momentos inminentes al acto de entrega del prestigioso galardón, asediados por un periodista que desea escribir una biografía no autorizada y que intuye que no todo es oro lo que reluce, se despertará el resentimiento, la verdad escondida, las irregulares relaciones conyugales, las paternofiliales tensas e incómodas y, sobre todo, la posición de una esposa que ha acumulado demasiado silencio. La buena esposa, que tiene cierto aire de puesta en escena teatral, se articula a través de dos personajes con matices muy dominados por la pareja protagonista, un Jonathan Pryce con mucho oficio a sus espaldas y, sobre todo, por una inconmensurable Glenn Close, que hace que todo fluya directamente hacia su mirada, a su personalidad, a sus golpes de humor, a su contención o a sus explosiones de rabia, demostrando que su sola presencia magnetiza, cobrando fuerza no en el drama que se desarrolla no a su alrededor, sino a través de ella misma.

De eso se beneficia esta película, en los actores, que son los que dan brillo a esta crónica de rencores y mentiras largo tiempo aceptadas. Como esos esqueletos escondidos en el armario.

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