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La maldad camuflada

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EL ÁNGEL

Cine: Screenbox Funatic.


País: Argentina, 118 min.

Dir.: Luis Ortega.

Intérpretes: Lorenzo Ferro, Chino Darín, Cecilia Roth.

★★★★
Se dice que según los rasgos faciales, los especialistas en recorrer un rostro logran encontrar las raíces del mal, toda la vileza y perversidad que se esconde en cada centímetro de una cara. Será así, pero lo que es seguro es que esa investigación frente a Carlos Robledo Puch devendría en fracaso. Ese joven que acabó con la vida de once personas sin inmutarse, autor de decenas de robos y que lleva más de cuatro décadas en prisión, pasando a los anales de la crónica negra argentina como el asesino en serie más famoso, era un adolescente moldeado por una belleza como reza el título de esta espléndida película, angelical.

Una carita bonita, rubio de cabellos enrulados, labios carnosos y ojos azules, simpático y despreocupado, con magnetismo evidente y una facilidad pasmosa para disculparse ante cada fechoría, inventándose un mundo donde todo se puede poseer, no para enriquecerse sino por capricho, por experimentar sensaciones, y esa naturalidad con la que se desenvuelve este psicópata imprevisible es lo que le da a la película El ángel un sentido incómodo de fascinación, conduciéndonos por territorios de desasosiego, de calma tensa a lo más truculento.

Todo está ligado con precisión en este film, desde esa presentación del joven protagonista entrando en una casa por casualidad, como casi todo lo que hace, pasando por su sentido de la provocación, su relación de sinuosa carga sexual con su amigo de fechorías y la pendenciera familia de este, y su particular sentido del tiempo, su maldad al servicio de una especie de juego que le permite abstraerse y ensimismarse en los lugares del delito, donde otros saldrían corriendo.

Sin olvidar que Carlitos, ese ser perturbado con cara de querubín, no proviene de una familia desestructurada ni de un mundo cruel sino que, como dato curioso, es hijo de un matrimonio normal que habita un barrio normal. Por ello, su patología es tan compleja.

Luis Ortega, hijo del popular Palito Ortega, al que se le rinde homenaje cuando un eficaz Chino Darín canta aquello de Corazón contento, logra con esta película una de las mejores producciones argentinas de los últimos años, mostrando una época, los años 70 del siglo pasado, convulsa y terrible, que sin embargo no adquiere protagonismo, ya que quien verdaderamente se hace dueño de todo es ese actor recién descubierto de nombre Lorenzo Ferro, que deslumbra incluso bailando ajeno a todo al ritmo de El extraño del pelo largo, de la sesentera banda La Joven Guardia, mientras toda la policía bonaerense y medio ejército va a por él. Realmente impresionante.

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