Metódico sufrimiento

Parece imposible imaginar hasta dónde puede resistir un ser humano el dolor, el maltrato, la humillación, una mortificación que deviene eterna, pues 12 años en la desesperada situación en la que se colocó a las personas que sufrieron prisión en el Uruguay de la dictadura de los 70 se antoja toda una vida mal vivida, ultrajada hasta el más profundo rincón de la memoria. La noche de 12 años, última película de Álvaro Brechner, que ya había demostrado su buen hacer en Mal día para pescar o Mr. Kaplan, se sumerge en el confinamiento de tres miembros del Movimiento de Liberación Nacional desde 1973 hasta 1985, momento de la liberación cuando el país charrúa votó en favor de la democracia. Es la tremenda historia del escritor Mauricio Rosencof; también del que posteriormente sería senador Eleuterio Fernández Huidobro; y del que se convertiría en presidente de la nación, José “Pepe” Múgica en los años más oscuros de sus vidas, en su periplo por cárceles infrahumanas y otros espeluznantes lugares de encierro. Hombres despojados de su condición para convertirse en carne torturada, en despojos humanos apartados de un mundo más allá de los minúsculos recintos donde fueron confinados y aislados, y comunicándose tan solo a golpe de nudillo contra la pared. Existe un cine sobre la barbarie de las dictaduras en Latinoamérica todavía latente, y esta película entra por derecho en esa categoría de denuncia que traspasa el tiempo, que muestra dolorosa y crudamente la maldad sin límite de unos frente a la entereza aún en la desesperación de otros. La noche de 12 años se apoya en tres protagonistas poderosos ante las cámaras, el uruguayo Alfonso Tort, que estremece en cada plano, en cada golpe de degradación; el argentino Chino Darín, que demuestra que incluso puede rayar mucho más allá de la sombra del padre, y Antonio de la Torre que en su vocación camaleónica te lo crees y sufres junto a él todo el dramatismo que golpea cada momento en una película reforzada por escenas de gran carga emocional, como las visitas de los familiares, entre la esperanza y el desespero, o con flash backs que nos remiten a los tiempos de revuelta, de persecución, de crimen, de asesinos uniformados, los mismos que después, salvo contadas excepciones, disfrutaron con la tragedia del otro. Esta no es una película agradable. Es un verdadero manifiesto sobre nuestra condición que te golpea y, sobre todo, un homenaje a hombres que frente a la adversidad lograron hacer historia.