CRÍTICADECINE
Las claves de la tragedia
Cines: Funatic, JCA Alpicat.
Dir.: Thomas Vinterberg.
Int.: Matthias Schoenaerts, Léa Seydoux, Colin Firth, Max von Sydow.
Ahora, el danés Thomas Vinterberg muestra otra tragedia militar marítima, la del submarino nuclear ruso Kursk que, tras explosionar, se hundió en el Mar de Barents con 118 tripulantes en el año 2000. La historia es conocida, y tal vez en estos momentos cobra mayor relevancia por el hecho de haber encontrado los restos del submarino argentino ARA San Juan, que en el año 2017 se llevó al fondo del mar 44 vidas.
El caso del Kursk pone de relevancia que, más allá del desastre, del infortunio, hubo una veintena de hombres que sobrevivieron a las explosiones quedando aislados en una cámara durante el suficiente tiempo como para ser rescatados, pero que por la inoperancia, las limitaciones técnicas y detalles mucho más oscuros, ya sea una fuerte reticencia a aceptar la ayuda de otros países, el recelo a que pudiesen obtener información sobre la tecnología del submarino nuclear, y también por soberbia, los rusos no hicieron posible el rescate a tiempo, aceptando la ayuda varios días más tarde cuando ya toda esperanza era vana.
Vinterberg recoge las horas previas de la tripulación antes de la partida, sus relaciones familiares, sus vínculos afectivos, su camaradería y, tras el accidente, la reacción de las esposas, de las familias que en su desespero intentan lograr información sobre el estado de las cosas, detalle que vuelve a evidenciar la falsedad de los mandos rusos.
El corazón de esta película promueve el drama de un grupo de hombres que intentan aferrarse a la vida entre el frío, la falta de oxigeno y la lógica impaciencia para ser rescatados. Son imágenes que se van alternando con el desarrollo de los acontecimientos en esa carrera contrarreloj que se eterniza, que se paraliza mientras todo avanza hacia la fatalidad.
El hundimiento del Kursk por el estallido de torpedos en mal estado abre y señala una culpabilidad manifiesta; el desarrollo de las acciones de salvamiento, otra muestra de la indignidad del poder, y ese regusto a fracaso casi intencionado, deviene siniestro.
Al final, solo la mirada y el acto de rechazo de uno de los niños huérfanos hablará por todos los muertos.