CRÍTICADECINE
Conflicto de intereses
E l realizador griego Yorgos Lanthimos, que en su corta pero prestigiosa carrera ha demostrado tener un gran talento para diseccionar obsesiones en torno a la complejidad del ser humano (películas como “Canino”, “Langosta” o “El sacrificio de un ciervo sagrado” son un claro ejemplo de ello), no se separa de los vínculos propios de su cine, tan magnéticos como en ocasiones terribles, y en “La favorita” promueve un pulso y un desafío visceral entre dos mujeres antagónicas en sus manejos, pero hábiles y con cierta perversidad medida gota a gota en pos cada una de ellas de mantener o conseguir sus propósitos, que no es otro que el de desbancar a su rival del micromundo que gira alrededor de Ana Estuardo, que gobernó Inglaterra en el siglo XVIII. Lanthimos logra una ambientación extraordinaria y promueve un caldo de cultivo cargado de ingenio y malignidad, donde la falsedad y la destreza para defenderse y atacar forman una muy inteligente película en la que la disputa es servida con habilidad. La relación de una reina dolorida físicamente, que mima a tantos conejos como hijos perdidos, inestable y amante voraz, con la condesa de Marlborough, de afilado instinto, que gobierna en la sombra, que domina en todos los ámbitos, incluso en el de la guerra y en su pericia con sus astutos oponentes políticos, se verá alterada por la llegada de Abigail Masham, una joven con pasado desgraciado y dispuesta por encima de todo a no caer de nuevo en el barro. Ese triángulo es la base en la que Lanthimos desarrolla y encaja todas las relaciones y la maliciosa habilidad en un conflicto demoledor desarrollado por tres actrices magníficas, que saben sacar de sus personajes toda su esencia.