Como gotas de agua

Con Tres idénticos desconocidos, el británico Tim Wardle recupera una historia que causó tanta repercusión mediática en su día como signos de enorme cuestionamiento moral posteriormente. Es el caso de unos trillizos neoyorkinos judíos, separados al nacer, y que por casualidad se descubren, se hacen conocedores de la existencia del otro en los años 80, dos de ellos en la universidad. A partir de ahí todo fue popularidad, programas televisivos, cameos de películas, incluso con Madonna, y reclamos en juergas y discotecas. Pero tras la nube de humo llegaron las dudas, las preguntas. Tres hermanos adoptados por tres familias diferentes, que sirvieron de cobayas en un opaco experimento. Con numeroso material gráfico, con recuerdos fotográficos y audiovisuales de los protagonistas, con testimonios cercanos perfectamente encajados, con la aportación de dos de los hermanos sinceros frente a la cámara –el tercero se suicidó–, apoyados por algún momento ficcionado, se desarrolla un documental sobrio, alejado de la especulación, del sensacionalismo, realista y perfectamente estructurado para llevar los acontecimientos de esa euforia primigenia, de encontrarse y disfrutar por ello, a una parte más dramática, al relato de suspense que nos habla de una realidad cargada de contrariedades, de secretismo, de manipulación que salpica derechos y libertades, que abre un conflicto ético que raya en un misterio difícil de descifrar. Wardle ha realizado un trabajo de investigación notable, riguroso y cuidado, dominando cada minuto de este valioso documental que se erige como una lección magistral narrativa y un profundo análisis sobre la condición humana.